Editoriales
Et cetera es una expresión latina que quiere decir “y otras cosas”. Su uso invita al lector o al oyente a considerar qué puede implicar ese “otras cosas” en el contexto de las ideas que se plantean.
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, Mary Baker Eddy explica las ideas que encontró en la Biblia. Una de ellas es que la enfermedad es un “error”.
Un día de julio, poco después de cumplir seis años, mi mamá me inscribió para tomar lecciones de natación en la piscina pública. Me encantaba jugar en el agua con mis amigos, pero me aterraban las lecciones.
Al leer los titulares del diario, me resultó fácil ver lo que la gente quiere decir cuando habla de los males del mundo. Cristo Jesús habló de vencer al mundo (véase Juan 16:33).
Todo el que ha encontrado una vida más abundante en Cristo naturalmente desea que otros experimenten esa bendición. Así que constantemente surge la pregunta: “¿Cuál es la mejor manera de alcanzar un mayor conocimiento del amor y el poder sanador de Dios?” En la que a veces se denomina “la parábola de los suelos”, Jesús habla sobre los escasos resultados que se logran cuando las semillas se esparcen en una tierra que no puede sostenerlas.
“Los números no mienten” —los usamos para cuantificar y evaluar prácticamente todo, a fin de comprender de manera tangible lo que ocurre a nuestro alrededor: dónde vivimos, cómo vivimos, cuán saludables somos, qué tan seguro es el mundo, qué tan bien nos va, o qué tan bien le va a esta Iglesia. “Los números no mienten”, con frecuencia son los números los que nos dan la prueba objetiva que estamos buscando para efectuar una comparación con lo que se afirma sólo anecdóticamente.
Dar testimonios útiles en una iglesia de la Ciencia Cristiana, puede parecer difícil. Por ejemplo, recuerdo haber escuchado que unas personas le dijeron a un miembro de la iglesia que sus testimonios eran demasiado personales.
¿Has tenido alguna vez que detenerte por el paso de un tren? Allí te tienes que quedar, sentado en tu automóvil esperando y viendo pasar una hilera interminable de vagones. Pero por más frustrante que sea esa espera, hay algo que sabes muy bien acerca de ese tren: en algún momento terminará de pasar.
Cristo Jesús sabía lo que iba a hacer en la tierra. Iba a salvar al mundo de la esclavitud del pecado, la enfermedad y la muerte, al ser un ejemplo de vida y vivir en total acuerdo con Dios.