Editoriales
El otro día tomé un taxi para regresar a casa, y el amistoso chofer me preguntó por qué había venido a vivir a los Estados Unidos. Cuando pasamos frente a La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana le dije que trabajaba ahí para las publicaciones periódicas de la Iglesia.
Tal vez muchos de nosotros tendríamos que admitir que, en realidad, no hemos pensado en adorar a Dios recientemente. No obstante, el sentido espiritual del Padre Nuestro que se da en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, interpreta “Santificado sea Tu nombre” como “Unico adorable”.
¡Qué palabra más interesante! Al escucharla se percibe un matiz de ternura y calidez. No obstante, en realidad no podemos permitir que las buenas obras sólo signifiquen algo tierno en el sentido de impracticable, ineficaz o débil.
Cristo Jesús enseñó verdades universales mediante parábolas relacionadas con el diario vivir. Una de mis favoritas se encuentra en el Evangelio de Lucas.
Quienquiera que haya considerado seriamente el tema de la curación en la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) — y quienquiera que haya dejado el orgullo de lado y haya orado sinceramente al enfrentar un desafío para obtener la curación — probablemente se haya dado cuenta de la relación fundamental que existe entre la redención individual y la curación misma. La regeneración espiritual, la transformación del pensamiento y del corazón, y el despojarse del viejo hombre [o mujer] y revestirse del nuevo, es la esencia de la verdadera curación cristiana.
Cuando la película The Last Temptation of Christ (La última tentación de Cristo), que ha causado tanta controversia, fue exhibida en cines de los Estados Unidos, gran parte del debate se centró en cómo la película representaba la manera en que Jesús hizo frente a la tentación. La película representa a Jesús imaginándose que vivía las mismas fantasías que lo tentaban.
Mucha gente hoy en día está buscando los medios para combatir sus temores. Tal vez el temor tome diferentes formas: preocupación por nuestra salud, por nuestra familia o amigos, o pérdida de confianza en nuestra capacidad para hacer frente a las exigencias del diario vivir.
¿Qué supone usted que pensarían los Apóstoles Pedro y Santiago (o Matías, o cualesquiera de los otros como Bernabé o Pablo, si fuera el caso), si hoy entraran en cualquier iglesia cristiana? Imagínese su sorpresa al ver la extensa organización, aun en una sola iglesia, y ni qué decir la de una gran denominación religiosa. Imagínese su asombro al ver la tecnología, las publicaciones y los programas.
¿Se imagina usted lo que debe haber sido ser testigo de lo que hizo Cristo Jesús? Por ejemplo, un día fue a Capernaum. Tan pronto como había llegado al pueblo, un hombre fue a pedirle que ayudara a su siervo que “estaba enfermo y a punto de morir”.
Fuerzas internacionales para mantener la paz. Consejos nacionales de seguridad.