La serie "Niños en oscuridad — La explotación de la inocencia", que apareció recientemente en The Christian Science Monitor, trajo a la atención la situación desesperada de millones de niños de diferentes partes del mundo que diariamente son explotados como trabajadores, jóvenes soldados y objetos sexuales. La situación lamentable de esos jóvenes, que constituyen una gran parte de los futuros adultos del mundo, especialmente en los países en desarrollo donde la mayoría de las familias vive en la pobreza absoluta, destaca la necesidad de una comprensión más profunda de lo que representan los niños en el mundo de hoy.
En todas partes, la gente de buena voluntad está buscando soluciones para frenar la explotación de la juventud. Oímos de organizaciones tales como Defensa Internacional para los Niños y CHILD-HOPE, que tratan de ayudar a impedir la explotación de los niños.
Hablando con una amiga sobre la crítica situación tratada en estos artículos, y los esfuerzos que se están haciendo para ayudar a los niños a nivel internacional, me comentó que le había conmovido mucho la lectura de esta serie en el Monitor. Me dijo: "¡Se necesita un ministro para los niños!" Luego, casi de inmediato, observó: "Pero ya tenemos uno, Cristo Jesús".
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