Editoriales
Todo aquel que haya estado luchando por largo tiempo con algunas desafiantes dificultades físicas o mentales, tal vez piense: “¡Si tan sólo pudiera ir hacia Cristo Jesús. El no pediría mucho de mí, y me sanaría inmediatamente!” Si se leen superficialmente los relatos bíblicos de las obras sanadoras de Jesús, pareciera que las personas que necesitaban curación no tenían mucho que hacer para obtener la ayuda de Jesús.
El deseo profundo de un discípulo cristiano es el de hacer la voluntad del Padre. Con una fidelidad inquebrantable y en obediencia a las enseñanzas de Cristo Jesús, el discípulo se esfuerza por avanzar con firmeza hacia la meta final que tiene el corazón de lograr una completa salvación.
Durante mi adolescencia comencé a interesarme en la fotografía, y un vecino mío se ofreció para ser mi mentor. Una tarde de verano, después de una tormenta, salí precipitadamente de mi casa para fotografiar un arco iris que se veía extraordinariamente brillante y en toda su extensión.
Hay un solo Principio divino, Dios, y hay una sola enseñanza divina de ese Principio. Mediante Su Cristo, la Verdad, Dios se ha revelado a Sí mismo, a Sus leyes que todo lo gobiernan y a Su creación perfecta, incluso el hombre espiritual.
La gente a través del mundo clama por paz. En naciones como Afganistán, El Salvador, o el Líbano, donde confrontaciones de fuerzas armadas dejan aflicción y desesperación; en ciudades, donde el aumento del crimen a menudo crea ansiedad; en barrios, donde prejuicios raciales o religiosos pueden causar inquietud y rencor; en hogares, donde conflictos personales atormentan a las familias: en todos estos lugares la gente está ansiosa por tener paz.
Jesús dijo a sus discípulos que ellos eran la luz del mundo. Ver Mateo 5:14.
A partir del primer libro de la Biblia, la curación espiritual ha estado asociada con la adoración a Dios por medio de la oración (ver Gén. 20:17).
Hay algo en el comenzar de un nuevo año que mueve a las personas a tomar resoluciones: “Trataré de superarme este año”. Y por un tiempo a menudo mantenemos nuestras resoluciones.
La gente constantemente se ve ante la necesidad de hacer decisiones; algunas son importantes, otras menos importantes. Cuando se trata de decisiones importantes, es comprensible que, con frecuencia, la gente quiera pedir consejos a otros en cuanto a cómo proceder.
¡Qué gozo nos trae una curación espiritual! Pero, ¿acaso no podríamos — y no deberíamos, si estamos en procura de curación divina — considerar también que la curación espiritual resulta del gozo? Espiritualmente comprendido, el gozo es más que una meta. Es un precursor de la presencia de la Verdad, una realidad invencible.