Si ha estado usted leyendo esta revista, y, hasta el presente, desconocía la Ciencia Cristiana, es posible que haya llegado a la conclusión de que los Científicos Cristianos tienen un concepto del mundo bastante diferente. Eso es verdad. Si se le pidiera a un Científico Cristiano que nos diera una explicación sobre la naturaleza de la realidad, la respuesta ciertamente estaría en contraposición con los conceptos generales y materiales sobre la existencia.
Es posible que un estudiante de Ciencia Cristiana responda, por ejemplo, que para él la realidad esencial está compuesta sólo por aquello creado por Dios. Debido a que cree que Dios, quien es la Mente divina que todo lo sabe, es el único creador y es todo el bien, llega a la conclusión de que todo lo que es verdaderamente real debe ser verdaderamente bueno, sin ningún elemento del mal. Además, puesto que Dios es Espíritu omnipotente y Vida siempre presente, Su creación, la cual Lo representa perfectamente, debe ser espiritual y eterna. La creación está ordenada y gobernada armoniosamente por la ley divina. La realidad no consiste de materia ni posee ninguna cualidad transitoria. Nada en el reino de Dios se deteriora o está sujeto a casualidad o a discordia de cualquier índole.
Estas conclusiones sobre la realidad ciertamente pueden parecer un tanto notables, especialmente cuando contemplamos la existencia humana, que parece estar tan sujeta a la materia. El hambre, la pobreza, las guerras, la enfermedad, la carencia de tantas cosas, sencillamente no pueden ignorarse. La Ciencia Cristiana no enseña que se ignoren tales males ni que uno se tape los ojos al afrontar estas situaciones. Todos podemos reconocer que hay mucho que sanar.
Entonces, ¿cómo llegan los Científicos Cristianos a sus conclusiones sobre la realidad? Ante tanto trastorno en nuestro mundo, ¿hay algún valor en una perspectiva espiritual tal como lo revela la Ciencia Cristiana?
Todo aquel que busca una respuesta más satisfactoria al enigma de la vida humana que la que ofrece el testimonio de los sentidos físicos, siente, en cierta medida, el impulso de un hambre espiritual innato en todos. El satisfacer este deseo de alcanzar mayor santidad, el dirigirnos a Dios en oración y el purificar nuestra vida mediante la regeneración cristiana son los primeros pasos para comprender, en mayor medida, la realidad divina.
El deseo de hallar una respuesta lleva a muchos a recurrir a la Biblia y muchos también han sido dirigidos al libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. En la Biblia, encontramos el mensaje de la gracia y el poder salvadores de Dios; Ciencia y Salud revela el profundo significado espiritual de las leyes de la Biblia para vivir, sus promesas y bendiciones.
En otra de sus obras, la Sra. Eddy contesta la siguiente pregunta: “¿Tiene realidad cosa alguna que se percibe mediante los sentidos físicos?” Su respuesta incluye estas frases: “El talento y el genio de los siglos han calculado erróneamente. No han basado sus argumentos y conclusiones en cuanto al origen y los recursos del ser — sus combinaciones, fenómenos y resultados — sobre la revelación, sino que, por el contrario, han edificado sobre las arenas del razonamiento humano. No han aceptado la sencilla enseñanza y vida de Jesús como la única y verdadera solución para el inquietante problema de la existencia humana”.La unidad del bien, págs. 8–9.
En “la sencilla enseñanza y vida de Jesús” se encuentra el ejemplo supremo para los Científicos Cristianos. No sólo les enseña el modo de llegar a conclusiones sobre la realidad, sino el valor incomparablemente práctico de tal perspectiva espiritual. Cristo Jesús enseñó que la creación divina es un hecho actual. Dijo, por ejemplo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, Mateo 4:17. y “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega”. Juan 4:35.
El Maestro hizo mucho más que pronunciar esas palabras. El demostró la autoridad y verdad de lo que enseñó, y lo hizo al sanar a innumerables enfermos y al expulsar el pecado, que no tiene ni lugar ni propósito en la realidad divina. Una vez, cuando vio a un hombre que había nacido ciego, Jesús indicó que eso era una oportunidad para sanar a fin de que “las obras de Dios se [manifestaran] en él”. Juan 9:3.
Es posible que una de las conclusiones más notables sobre la realidad sea esta: que cuando la realidad es discernida en su verdadera naturaleza espiritual, el Cristo, la Verdad, realiza un cambio en nosotros. Las vidas se transforman, los corazones se redimen y los cuerpos sanan. Con estas demostraciones actuales de curación y redención, podemos comprender el hecho de que quien se transforma de esta manera siente que ha visto la verdad de la omnipotencia de Dios y la bondad pura de Su creación. Ciencia y Salud declara: “La Ciencia Cristiana revela de modo incontrovertible que la Mente es Todo-en-todo, que las únicas realidades son la Mente divina e idea divina. Ese gran hecho, sin embargo, no se ve apoyado por evidencia perceptible hasta que demuestra su Principio divino en la curación de los enfermos y se comprueba así que es absoluto y divino. Una vez que se ha visto esa prueba, no es posible llegar a otra conclusión”.Ciencia y Salud, pág. 109.
Una conclusión sobre la realidad que se opone al concepto común de que la vida fundamentalmente es material y que está sujeta a los caprichos de la casualidad y de las circunstancias, realmente puede considerarse como notable. Sin embargo, cuando comprendemos que tal conclusión también basa su autoridad en “la sencilla enseñanza y vida de Jesús”, vemos claramente lo práctico que es llegar a la conclusión correcta, en efecto, es absolutamente esencial. Unicamente a medida que comenzamos a comprender el hecho de que sólo la bondad de Dios, es decir, Su expresión de la perfección, la espiritualidad, la pureza, la inteligencia infalible y así por el estilo, constituye la naturaleza de lo que es real, hallamos verdaderamente soluciones significativas y sanadoras para los problemas que enfrenta la humanidad. Y es esta la “notable” conclusión necesaria para nuestra propia salvación.
