Siglos antes del nacimiento de Cristo Jesús, Isaías dijo que el Mesías nacería de una virgen, Ver Isa. 7:14. y lo llamó “Príncipe de paz”. Isa. 9:6. Miqueas profetizó que este Mesías saldría de Belén, y dijo: “Y éste será nuestra paz”. Miq. 5:5. Los ángeles que anunciaron a los pastores que Jesús había nacido de la Virgen María en Belén, cantaron: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Lucas 2:14.
Puesto que el advenimiento de Jesús cumplió la profecía en todo sentido, uno podría suponer que su ministerio habría inaugurado la paz mundial. Pero ése no fue el caso.
El ministerio de Jesús sí trajo paz a la tierra, pero la paz que trajo no fue la serenidad global que algunos pudieran haberse imaginado. La paz del Mesías fue, y todavía es, una paz del corazón, una paz que perdura a pesar de las circunstancias externas. La paz cristiana es la calma invulnerable que caracteriza a aquellos que oran y practican los preceptos cristianos que Jesús enseñó. El discipulado cristiano de la práctica de la Ciencia Cristiana nos enseña que todo está bien porque Dios, el bien, es Todo-en-todo.
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