La oración y el estudio en la Ciencia Cristiana pueden ser inmensamente alentadores. Nos recuerdan cuánto nos ama Dios, lo perfecto que cada uno de nosotros es como el hombre de Dios, como Su linaje espiritual. Hasta podríamos decir que uno de los propósitos de nuestros momentos diarios de quietud, a solas con Dios, es el de ayudarnos a reconocer la perfección de nuestra genuina naturaleza, la que en realidad ya está establecida en nuestra consciencia.
¿Que ya está en nuestra consciencia? Alguien podría decir: “¡Pero yo pensaba que el propósito de la oración y el estudio era el de ayudarnos a aprender acerca de Dios y la relación del hombre con El como lo enseña la Ciencia Cristiana!” Ciertamente lo es. Pero si enfocamos nuestra comunión con Dios desde un punto de vista verdaderamente espiritual, comprenderemos que el hombre es uno con Dios, y nos será más claro el hecho de que somos el hombre, la idea espiritualmente creada por Dios.
El punto de partida espiritual — el punto de vista correcto — es que, en efecto, ya comprendemos la perfección espiritual del hombre. Puesto que el hombre es la expresión espiritual de Dios, el hombre inevitablemente comprende su identidad. La Verdad divina constituye nuestra consciencia verdadera, porque Dios es la Mente del hombre. Todo lo que el hombre puede saber es la armonía del ser que Dios conoce.
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