
Editoriales
Durante mi adolescencia comencé a interesarme en la fotografía, y un vecino mío se ofreció para ser mi mentor. Una tarde de verano, después de una tormenta, salí precipitadamente de mi casa para fotografiar un arco iris que se veía extraordinariamente brillante y en toda su extensión.
Hay un solo Principio divino, Dios, y hay una sola enseñanza divina de ese Principio. Mediante Su Cristo, la Verdad, Dios se ha revelado a Sí mismo, a Sus leyes que todo lo gobiernan y a Su creación perfecta, incluso el hombre espiritual.
La gente a través del mundo clama por paz. En naciones como Afganistán, El Salvador, o el Líbano, donde confrontaciones de fuerzas armadas dejan aflicción y desesperación; en ciudades, donde el aumento del crimen a menudo crea ansiedad; en barrios, donde prejuicios raciales o religiosos pueden causar inquietud y rencor; en hogares, donde conflictos personales atormentan a las familias: en todos estos lugares la gente está ansiosa por tener paz.
Jesús dijo a sus discípulos que ellos eran la luz del mundo. Ver Mateo 5:14.
A partir del primer libro de la Biblia, la curación espiritual ha estado asociada con la adoración a Dios por medio de la oración (ver Gén. 20:17).
Hay algo en el comenzar de un nuevo año que mueve a las personas a tomar resoluciones: “Trataré de superarme este año”. Y por un tiempo a menudo mantenemos nuestras resoluciones.
La gente constantemente se ve ante la necesidad de hacer decisiones; algunas son importantes, otras menos importantes. Cuando se trata de decisiones importantes, es comprensible que, con frecuencia, la gente quiera pedir consejos a otros en cuanto a cómo proceder.
¡Qué gozo nos trae una curación espiritual! Pero, ¿acaso no podríamos — y no deberíamos, si estamos en procura de curación divina — considerar también que la curación espiritual resulta del gozo? Espiritualmente comprendido, el gozo es más que una meta. Es un precursor de la presencia de la Verdad, una realidad invencible.
La oración sana. Sirve para redimir, elevar y regenerar la vida humana.
“Y a pesar de todo esto, la naturaleza nunca se agota; / En lo profundo de las cosas, vive la más preciada renovación”, “God’s Grandeur,” Poems by Gerard Manley Hopkins (London: The Folio Society, 1974), pág. 62.