Algunas veces parece como si no se pudieran superar los déficits, como si fueran demasiado grandes para tenerlos bajo control y estuvieran sujetos a influencias externas sobre las que no podemos hacer nada. Las economías nacionales de diversos países están en serio peligro, y mucha gente se siente atrapada en un círculo vicioso financiero en el que siempre están corriendo para ponerse al día, aunque continuamente se quedan cortos. Los efectos sobre el progreso humano pueden ser extenuantes.
Pero, ¿somos individuos realmente impotentes, que tenemos la necesidad de confiar solamente en normas políticas o instituciones humanas para que aporten una solución que, en el mejor de los casos, puede que sea temporaria?
No, hay algo verdaderamente sustancial con lo cual cada uno de nosotros puede contribuir. Ciertamente, todos tenemos la oportunidad de llevar a la práctica una economía apropiada al usar nuestros propios recursos. Esto incluye el precavernos contra la extravagancia, como también administrar fielmente lo que tenemos. Pero también necesitamos estar dispuestos a reconocer que el déficit — ya sea que ocurra a nivel nacional o en el presupuesto familiar — es realmente síntoma de una manera de pensar deficitaria.
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