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El sacrificio

Del número de enero de 1948 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Desde los tiempos más remotos, los sacrificios han formado parte de los cultos religiosos. Algunos de ellos eran muy crueles, otros fantásticos, y por lo general no traían frutos ni resultaban eficaces. Muy a menudo se inducían por el temor, la superstición, la ignorancia o los falsos preceptos, y en su mayor parte se asociaban mentalmente con la pérdida o la privación. Considerado así, el sacrificio se hacía de mala gana, con temor y aun con terror.

Los mortales suelen creer que para alcanzar un sentido religioso más elevado tienen que renunciar algo deseable o que valga la pena. La Christian Science cambia todo esto y nos demuestra que el verdadero sacrificio se hace con alegría, trae provecho y resulta de lo más deseable. Invariablemente mejora nuestra situación, nos adelanta y nos conduce hacia mejores y mayores progresos. En su sentido original, el verbo "sacrificar" significa consagrar, y puede considerarse como todo aquello que nos lleva a la más sagrada y santificada unión con lo divino.

La Christian Science prueba y demuestra que Dios es el bien infinito, el creador de todo lo bueno, y que las obras de Sus manos son entera y cabalmente buenas. La Biblia declara: "Bondadoso y recto es Jehová", y luego expone este hecho sublime: "Porque Jehová es bueno; hasta la eternidad es su misericordia." También nos asegura que: "El es de un mismo parecer, y ¿quién podrá hacerle volver? y cuanto le plazca a su alma, eso lo va a hacer."

Dios, la Mente, no tiene sino una manera de expresarse, es decir, por medio de Sus ideas. Estas ideas tienen que ser semejantes a Su creador, o sea, buenas, bellas, perfectas y correctas. Puesto que Dios es el bien infinito y el único creador, El ha dotado a Su creación con la plenitud del bien. Este bien ilimitado no conoce restricciones ni límites en cuanto a los beneficios que confiere. Dios es eterno, de manera que lo que El da y confiere tiene que ser como El es—eterno y perdurable. Aquello que procede de Dios, el único bien infinito, es inmortal e inmutable; no conoce fin, pues refleja la existencia ininterrumpida.

Habiendo aceptado estas verdades, podemos ver con claridad que aquello que es conferido por Dios es también resguardado y protegido por El. No es posible renunciar a nada que sea bueno, porque no existe un poder opuesto al bien que nos pueda privar de algo, que nos pueda separar del bien ilimitado y su manifestación completa. Leemos en las Escrituras del "complemento de aquel que lo llena todo en todo". Dios, el bien infinito, está siempre presente en todas partes, es todo acción, lo gobierna todo y para siempre mantiene Su creación en un estado de perfección invariable.

En el universo de Dios el bien está siempre cercano, rodeando a cada una de Sus ideas. El hombre jamás puede renunciar al bien, y el bien jamás abandonará al hombre. Dios lo mantiene seguro en Su eterno abrazo, Su cariñoso cuidado. Comprendiendo estas verdades, podemos entender claramente que nunca tenemos que sacrificar ni apartarnos de nada que sea bueno. Sólo tenemos que abandonar y rechazar todas las creencias falsas que estén ofuscando nuestra visión del bien. Entonces el verdadero sacrificio no se hará de mala gana o con temor, sino con paz y alegría.

Nada podemos perder que sea real, y cuando abandonamos lo falso, ganamos más de lo que es verdadero, bello y justo. El libro de texto de la Christian Science, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras", por Mary Baker Eddy, expone esta verdad sublime sucintamente, como sigue (pág. 302): "Es imposible que el hombre pierda algo que sea real, cuando Dios es todo y eternamente suyo."

Nos es posible, en nuestras carreras, deshacernos de toda fase del mal, pues el mal carece de poder alguno sobre nosotros; mas el bien nunca lo hemos de perder, porque Dios, el bien, nos reclama como Suyo. Aquellos que viajan con exceso de equipaje forzosamente progresan con cierta lentitud. El mal siempre constituye un exceso de equipaje que parece estorbar nuestro progreso.

El hombre que ha seguido el camino equivocado y que ha dado un rodeo inútil se siente muy agradecido cuando vuelve a encontrar el camino verdadero. Por cierto que ha aprendido mucho por sus equivocaciones, pero estas no debieron haber sido necesarias. Mucho mejor hubiera sido si hubiese tenido más cuidado desde el principio y así evitado el rodeo inútil. La Christian Science nos enseña a elevar los pensamientos, a purificar los deseos y a seguir humildemente los consejos de la sabiduría. Al consagrar nuestras vidas al servicio de Dios, nuestro progreso quedará asegurado, nos acercaremos cada vez más a El, y nuestro triunfo resultará infalible.

Para que un aeroplano se pueda elevar, es preciso que tenga suficiente fuerza para contrarrestar las fuerzas de la gravedad. Cuando dejamos lo material y lo falso, nos elevamos al reino de lo real. Sobreponiéndonos al arrastre terreral de la materialidad, sentimos cierta atracción espiritual, nos despojamos de las limitaciones de la carne y experimentamos la libertad y animación del Espíritu. La supuesta asociación con el error se disuelve no bien comprendemos que no forma parte alguna de nuestro ser. Al parecer, se desvanece, pero nosotros sabemos que jamás estuvo presente. Cuando nos deja, no la echamos de menos porque en realidad nunca existió. Todo aquel que carga diariamente su cruz, sigue humildemente en las huellas del Cristo, y recordando que los "sacrificios de Dios" incluyen un "corazón contrito", muy pronto ha de cambiar la cruz por la corona. ¡En verdad que son grandes las bendiciones divinas que le aguardan!

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