El siguiente testimonio de curación lo motiva mi profunda gratitud a Dios por el poder curativo de la Christian Science y por la alegría que ella ha traído a mi hogar. Con el Salmista podemos cantar: "¡Bendice, oh alma mía, a Jehová, y todas mis entrañas bendigan su santo nombre! ... Aquel que perdona todas tus iniquidades; que sana todas tus enfermedades."
Poco tiempo después de ingresar en la universidad, nuestro hijo mayor volvió para casa con una afección muy seria en la garganta. Ignorando la naturaleza de la enfermedad y deseando cumplir con las leyes sanitarias del Estado, mandé buscar a un médico, el que diagnosticó el caso como un absceso maligno, agregando que para salvarle la vida a nuestro hijo sería procedente operarle dentro de dos horas. Después que el médico partió, le pregunté a nuestro hijo cual de las dos cosas prefería, una operación o la ayuda de un practicista de la Christian Science. Me alegro poder decir que se decidió en favor del practicista, y una hora después de haberse empezado el trabajo mental, el absceso se reventó y la curación se produjo de inmediato.
Otro hijo más pequeño contrajo la influenza cuando tenía ocho años, y durante los tres meses siguientes tuvo el sarampión, la escarlatina, una neumonía doble y un ataque de parálisis parcial. Tal como iban apareciendo las distintas enfermedades, el consiguiente trabajo mental se había hecho, pero cuando vino el ataque de neumonía, cayó en un estado de coma, y parecía que se acercaba el fin.
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