Hace más de diez años que conocí por primera vez personalmente la curación en la Christian Science. Supliqué a mi esposa, quien había estado concurriendo a los cultos de la Christian Science por algún tiempo, que me pidiera prestado el libro de texto, "Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras", creyendo que al leerlo le podría señalar los errores en que, a mi juicio, se basaba dicha Ciencia.
El prefacio y el primer capítulo, titulado La Oración, fueron una verdadera revelación para mí, por lo que leí todo el libro en unas dos o tres semanas. A pesar de que no estaba de acuerdo con todo lo que leí, ni pude entenderlo, comprendí que sin duda alguna las verdades allí contenidas estaban basadas en la lógica, y que las conclusiones de allí sacadas, estaban de acuerdo con las premisas asentadas en lo que se refería a Dios y al hombre.
Durante mi lectura del libro, fuí curado de defectos de la vista, por los cuales había usado lentes por algún tiempo. Hoy mi vista es excelente y no he tenido necesidad de usar lentes desde entonces.
De las muchas hermosas curaciones que he tenido desde aquel entonces, una de las más notables es la que voy a relatar en seguida, pues demuestra que cuando nos apoyamos en el Verbo y comprendemos su verdad, podemos vencer todo obstáculo en nuestro camino. Un miércoles por la tarde, faltando unas cuatro horas para que comenzara la reunión testimonial, sufrí un ataque de cierta fiebre crónica que me había molestado desde la primera guerra mundial y que generalmente significaba que tendría que guardar cama por varios días, con altas temperaturas. Al instante, pensé en la reunión a celebrarse esa noche y de la conveniencia de avisar a alguien sobre mi estado de salud, a fin de que se nombrara a otro Lector como suplente mío.
Al comprender que con tan poco plazo el suplente carecería de tiempo suficiente para preparar debidamente los textos a leerse, en razón de lo cual tendría que utilizar los pasajes que yo había seleccionado de antemano, tuve este pensamiento: "¿Cuál es el tema para esta noche?" Este se basaba en la siguiente declaración de Mrs. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 494): "El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana." Inmediatamente comencé a decir en voz alta: "¿Cómo puedo pedir a otra persona que lea a la congregación algo que yo mismo no creo? Si en verdad lo creyera, podría dirigir yo mismo la reunión." Ningún otro argumento fué necesario. Sobra decir que ocupé mi puesto en la reunión de aquella noche, la cual resultó una de las más bellas que jamás había presenciado, y que mi curación fué completa.
¡Cómo puede uno expresar con palabras la gratitud que siente hacia Mrs. Eddy, por su revelación de la Christian Science y por la oportunidad proporcionada a todos los que estudian sus obras inspiradas, para trabajar en la viña del Señor! Mi vida ha sido completamente cambiada en estos diez años. Muchas cualidades desagradables han sido eliminadas y siento profunda gratitud hacia Dios por todas las experiencias que han sido mías desde que empecé a estudiar la Christian Science.
Christchurch, Nueva Zelandia.