La sincera gratitud que siempre experimento al leer los testimonios de curaciones que aparecen en los periódicos de la Christian Science y que durante muchos años me han servido de fuentes de inspiración, me animan a ofrecer el mío, con la esperanza de que pueda resultar de provecho a otros.
Hace dos años tropecé, cayéndome con tanta fuerza que me produjo intenso dolor. Se le pidió ayuda a un practicista de la Christian Science, quien inmediatamente se puso a trabajar.
Debido a los muchos años que tenía, mi familia lo creyó prudente llamar a un especialista de los huesos. Los rayos X revelaron que me había roto la cadera, pero le dije al cirujano que desde muchos años yo había sido practicista de la Christian Science y que, de ser posible, yo preferiría quedarme en mi propia casa; y así resultó. Fuí tiernamente atendida por mis cariñosos familiares y permanecí en cama dos semanas sin padecer sufrimiento alguno; salvándome de la experiencia desagradable que me hubiera ocasionado la aplicación de moldes de yeso o de tablillas. A principios de la tercera semana el cirujano me vino a ver. Me preguntó si me podía poner de pie. Le demostré que sí podía, y entonces me aconsejó que lo hiciera tan a menudo como me fuera posible.
Dentro de diez semanas pude asistir a los cultos religiosos de mi iglesia, subiendo y bajando unas escaleras altas tanto en mi hogar como en la iglesia. La curación, que comprobó el poder de Dios, había sido completa. Este caso me hizo comprender mejor a Dios y el poder que El tiene para ayudarnos bajo cualquier circunstancia.
Regocijo al poder ser útil a mis semejantes, y grande es mi gratitud a Dios por habernos dado a nuestra querida Guía, quien nos ha revelado la manera de curarnos en nuestros tiempos según las enseñanzas de Cristo.
Medford Hillside, Massachusetts, E. U. A.