La sincera gratitud que siempre experimento al leer los testimonios de curaciones que aparecen en los periódicos de la Christian Science y que durante muchos años me han servido de fuentes de inspiración, me animan a ofrecer el mío, con la esperanza de que pueda resultar de provecho a otros.
Hace dos años tropecé, cayéndome con tanta fuerza que me produjo intenso dolor. Se le pidió ayuda a un practicista de la Christian Science, quien inmediatamente se puso a trabajar.
Debido a los muchos años que tenía, mi familia lo creyó prudente llamar a un especialista de los huesos. Los rayos X revelaron que me había roto la cadera, pero le dije al cirujano que desde muchos años yo había sido practicista de la Christian Science y que, de ser posible, yo preferiría quedarme en mi propia casa; y así resultó. Fuí tiernamente atendida por mis cariñosos familiares y permanecí en cama dos semanas sin padecer sufrimiento alguno; salvándome de la experiencia desagradable que me hubiera ocasionado la aplicación de moldes de yeso o de tablillas. A principios de la tercera semana el cirujano me vino a ver. Me preguntó si me podía poner de pie. Le demostré que sí podía, y entonces me aconsejó que lo hiciera tan a menudo como me fuera posible.
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