Una vez cierto joven que poseía grandes riquezas se acercó a Jesús, preguntándole qué cosa buena debiera hacer para tener vida eterna. Cuando el Maestro le aconsejó que guardara los mandamientos, el joven le respondió que desde niño los había guardado, añadiendo: "¿Qué más me falta?" (Mateo, 19:20.
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