Para el Científico Cristiano, el primer capítulo del libro del Génesis constituye una fuente inagotable de inspiración y orientación espirituales. Por mucho que se haya leído, sigue revelando verdades profundas que hacen que el discípulo vuelva a él continuamente. A principios del primer capítulo se encuentra el siguiente bien conocido y maravilloso pasaje: "Y dijo Dios: Haya luz, y hubo luz." En la Biblia, la palabra "luz" y sus derivativos se suelen emplear en el sentido de entendimiento, visión espiritual, iluminación. De ello tenemos un ejemplo en el siguiente pasaje de Los Salmos: "La abertura de tus palabras alumbra, a los simples les da inteligencia."
Ningún estudiante de la Christian Science ha dejado de tener momentos en que la vida le ha parecido vacía y obscura, tal como se describe en el ya citado libro del Génesis, con las palabras siguientes: "La tierra empero estaba sin forma y vacía; y yacían tinieblas sobre la haz del abismo." Mas luego la luz le ha vuelto a aparecer, como es natural, ya que el mandato: "Haya luz" es perpetuo. Pero por obscura que parezca la perspectiva, el entendimiento obtenido a través de experiencias anteriores basta para mantener al Científico Cristiano firme en la luz, siguiéndola con fe hasta que haya alcanzado completa libertad, pues, por tenue que nos parezca, la Luz verdadera "que alumbra a todo hombre para venir al mundo" siempre está a nuestro alcance. La persona que ha llegado a conocer la luz de la verdad jamás se verá completamente abrumada ni desesperanzada.
La misma verdad que derramó luz sobre el camino que anduvo Jesús es asequible en nuestros tiempos. Nosotros sabemos que las sugestiones agresivas del sentido material, que tratan de anular las actividades del bien, son irreales, dado que tenemos la siguiente promesa de Jesús: "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."
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