Cuando la Christian ScienceEl nombre dado por Mary Baker Eddy a su descubrimiento (pronunciado Críschan Sáiens) y que, traducido literalmente, es la "Ciencia Cristiana." me fué presentada por primera vez, yo me sentía muy desdichada. Tan enferma estuve que me parecía necesario tomar medicinas cada dos horas a fin de aliviar los dolores intestinales y del estómago, que padecía. En aquella época yo estaba separada de mi esposo y tuve que ganarme la vida, dejando al cuidado de mi madre mis dos hijitos. Una noche en que me encontraba muy desalentada, mis ocupaciones me llevaron al hogar de unos Científicos Cristianos, quienes se mostraron muy interesados por mi bienestar. Estas buenas personas me dijeron que yo tenía que corregir mi manera de pensar, y luego me hablaron de la obra de Mrs. Eddy, Ciencia y Salud. Pedí prestado un ejemplar del libro y en seguida me puse a estudiarlo.
Como resultado de estos estudios, mi actitud hacia mi esposo cambió tanto que la próxima vez que él vino de visita a la casa de mi madre, para ver a nuestros hijos, me dijo que buscara una casa para que yo pudiera vivir con ellos, agregando que él pagaría los gastos. Tan pronto como pude encontrar la casa, él venía todos los domingos para cuidar a los niños mientras yo asistía a los cultos de la Christian Science. Descubrí que por medio del estudio y la aplicación de las reglas que se encuentran en Ciencia y Salud, me era posible vivir en armonía. Pronto decidimos restablecer nuestro hogar, a base de la mejor comprensión que habíamos alcanzado. Eso ocurrió hace veinticinco años y durante todos los años transcurridos hemos sido muy felices, gracias a las enseñanzas de la Christian Science.
Nuestro hijo menor nació después que yo me interesé por la Christian Science y le criamos sin recurrir en ningún momento a remedios materiales. A la edad de seis años y medio, otro hijo nuestro sufrió un ataque de difteria tan fuerte que parecía que se nos iba. En lugar de ello se curó y ahora es segundo contramaestre en la marina americana. Oficia de buzo, lo que prueba que las curaciones efectuadas por la Christian Science son permanentes y no dejan malos efectos.
Muchas veces el orgullo falso, las ambiciones mundanas o quizás un sentimiento de inferioridad nos hubiera querido retrasar, pero siempre fuimos salvados por nuestro amor a la Christian Science. En la espera de poder ayudar a alguna madre a orar con más fervor por la comprensión de lo necesario que es dejar a nuestros hijos en el cuidado de Dios, quisiera relatar un incidente que me enseñó una lección muy provechosa.
Cuando supe que nuestra única hija estaba para casarse, la noticia me produjo un gran disgusto. A ella le encantaba escribir poesías, muchas de las cuales se habían publicado en revistas y periódicos; además logró publicar un libro. Sin darme cuenta de ello, yo había permitido que el orgullo y la ambición obscurecieran el amor que yo sentía por ella. En esa época mi hija se hallaba fuera de la ciudad y me escribió que se iba a casar a fines de semana. Tan agobiada me sentí por los pensamientos tristes e irrazonables que me invadieron que creí que se me rompía el corazón. Fué en estos momentos que el siguiente versículo de la Biblia vino a mi ayuda: "A aquel que es podoroso para guardaros de caer, y presentaros irreprensibles delante de la presencia de su gloria con gozo extremado. .." Supe, entonces, que solamente Dios era capaz de guardarme de caer en pensamientos materiales y que El me elevaría por encima de cualquier resentimiento hacia mi hija y su esposo. Con humildad y gratitud puedo decir que mi hija no pudo haber encontrado un marido mejor que el que tiene.
Nuestro hijo mayor se alistó en la marina a la edad de diecinueve años y estuvo en el extranjero durante cuatro años. Cuando volvió para casa me dijo que le gustaba beber y que no creía que hacía mal alguno. Le pedí que se quedara con nosotros un poco tiempo, pensando que así quizás le podría ayudar a vencer el hábito. Momentos antes de volver a su puesto en la marina, él me dijo: "Mamá, antes de partir yo quiero hacer por ti cualquier cosa que me pidas." Le pedí que fuera a visitar a un practicista, lo que hizo únicamente para complacerme a mí y no para pedir ninguna ayuda en la Christian Science. Después que él se fué, yo le pedí al practicista que trabajara por mí para que me fuese posible pensar como debía acerca de mi hijo y de sus compañeros. Debido a este trabajo impersonal, mi hijo empezó a mejorar en sus costumbres y a encontrar intereses más provechosos. Poco tiempo después encontró una muchada muy buena y se casó con ella, y ya no bebe más. Hondo es mi agradecimiento por la manera en que la Christian Science me guió en mis esfuerzos para ayudar al joven, poniéndole en manos de Dios.
Cuando se aplica correctamente, la Christian Science sana toda clase de enfermedad y discordia. En la página 495 de Ciencia y Salud, nuestra Guía, Mrs. Eddy, nos da el siguiente consejo: "Estúdiese a fondo la letra, embebiendo el espíritu." Yo vivo agradecida a Dios por la Christian Science, y es mi mayor deseo expresar mi gratitud en todos los detalles de mi vida.
De Soto, Missouri, E.U.A.