El deseo de expresar mi aprecio y amor hacia la Christian Science ha predominado en mis pensamientos por algún tiempo.
Quiero empezar por dar las gracias a Dios porque soy miembro de La Iglesia Madre. Al estudiar la Christian Science, pronto me dí cuenta de que cada ápice de progreso en la Ciencia se debe a nuestra obediencia al Manual de la Iglesia. Agradezco las oportunidades de crecimiento que he tenido como miembro de una iglesia filial y por haber recibido instrucción facultativa de la Christian Science.
Durante un largo período de años, he resuelto problemas de negocios, finanzas y desórdenes fisiológicos mediante la aplicación de esta revelación final de la Verdad. Mi primera curación fué de una postración nerviosa. En unos cuantos meses breves después de comenzar mi estudio de la Ciencia divina y con ayuda de un practicista, me levanté de un estado de desesperación y el prurito de suicidarme a mi actual estado normal de salud y bienestar. Un lobanillo en un ojo desapareció cuando persistí en invertir mentalmente la predicción de un oculista de que cundiría por todo el ojo y que obstruiría mi vista por completo. Yo me aferré a la verdad proclamada en la página 419 de Ciencia y Salud por Mrs. Eddy: “Si la enfermedad cambia de lugar, es la mente y no la materia, la que se mueve; por consiguiente, estad seguros de eliminarla,” y estudié sistemática y obedientemente la lección bíblica semanal del cuaderno trimestral de la Christian Science. El lobanillo desapareció en muy poco tiempo. Un caso hemorroidal crónico se disipó en dos semanas gracias al tratamiento de un practicista. De un dolor de cabeza sané instantáneamente cuando me compenetré del significado de la “declaración científica del ser” que aparece en la página 468 de Ciencia y Salud.
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