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“¿Quién desea ser mortal?”

Del número de enero de 1952 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Aveces se pregunta con toda seriedad un estudiante de la Christian Science: “¿Porqué no progreso más rápidamente en la Christian Science?” o bien: “¿Cómo es que no he sanado en la Christian Science? ¿Porqué no cede la dificultad o enfermedad no obstante que estudio con ahínco y me ayudan consagrados practicistas con sus tratamientos cristiano-científicos?”

Toda apariencia discordante, sea física o mental, se debe a falta de comprensión del ser verdadero del hombre y de su relación para con Dios. La Descubridora y Fundadora de la Christian Science y autora de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” Mary Baker Eddy, pregunta en la página 104 de Miscellaneous Writings: “¿Quién desea ser mortal, o no lograr el ideal verdadero de la Vida, recobrando así su propia individualidad?” Y añade (págs. 104, 105): “Yo amaré, si otro odia. Yo ganaré un saldo en favor del bien, mi ser verdadero. Sólo ésto me da las fuerzas de Dios con qué vencer todo error. Sobre ésto descansa la implícita fe que engendra la Christian Science, la cual apela inteligentemente a las realidades de la espiritualidad del hombre, su individualidad, para desdeñar los temores y disipar las discordancias de esta personalidad material.”

Cómo capta nuestra atención la pregunta: “¿Quién desea ser mortal?” En efecto, nadie que esté inteligentemente al tanto de los derechos del hombre. Tal pregunta puede parafrasearse: ¿Quién desea estar enfermo? ¿Quién desea ser miserable? ¿Quién desea sufrir escasez? ¿Quién quiere estar nostálgico? y así sucesivamente. La Christian Science impugna la creencia de que el hombre es mortal e insiste en que es inmortal, y lo hace con esta autoridad bíblica (Gén. 1:27): “De manera que creó Dios al hombre a su imagen, a la imagen de Dios le creó; varón y hembra los creó.” Ciertamente que nada puede ser más claro. Si Dios es perfecto, y casi todos, sea cual fuere su educación religiosa, convendrán en que lo es, entonces el hombre a Su imagen y semejanza tiene necesariamente que ser perfecto, puesto que causa perfecta produce efecto perfecto. En consecuencia, la Christian Science refuta la realidad de la enfermedad, el dolor, el pecado, la desdicha, la muerte, porque, sin atender a cuán efectivos parezcan a sus víctimas, Dios ni los creó ni los permite.

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