Aveces se pregunta con toda seriedad un estudiante de la Christian Science: “¿Porqué no progreso más rápidamente en la Christian Science?” o bien: “¿Cómo es que no he sanado en la Christian Science? ¿Porqué no cede la dificultad o enfermedad no obstante que estudio con ahínco y me ayudan consagrados practicistas con sus tratamientos cristiano-científicos?”
Toda apariencia discordante, sea física o mental, se debe a falta de comprensión del ser verdadero del hombre y de su relación para con Dios. La Descubridora y Fundadora de la Christian Science y autora de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” Mary Baker Eddy, pregunta en la página 104 de Miscellaneous Writings: “¿Quién desea ser mortal, o no lograr el ideal verdadero de la Vida, recobrando así su propia individualidad?” Y añade (págs. 104, 105): “Yo amaré, si otro odia. Yo ganaré un saldo en favor del bien, mi ser verdadero. Sólo ésto me da las fuerzas de Dios con qué vencer todo error. Sobre ésto descansa la implícita fe que engendra la Christian Science, la cual apela inteligentemente a las realidades de la espiritualidad del hombre, su individualidad, para desdeñar los temores y disipar las discordancias de esta personalidad material.”
Cómo capta nuestra atención la pregunta: “¿Quién desea ser mortal?” En efecto, nadie que esté inteligentemente al tanto de los derechos del hombre. Tal pregunta puede parafrasearse: ¿Quién desea estar enfermo? ¿Quién desea ser miserable? ¿Quién desea sufrir escasez? ¿Quién quiere estar nostálgico? y así sucesivamente. La Christian Science impugna la creencia de que el hombre es mortal e insiste en que es inmortal, y lo hace con esta autoridad bíblica (Gén. 1:27): “De manera que creó Dios al hombre a su imagen, a la imagen de Dios le creó; varón y hembra los creó.” Ciertamente que nada puede ser más claro. Si Dios es perfecto, y casi todos, sea cual fuere su educación religiosa, convendrán en que lo es, entonces el hombre a Su imagen y semejanza tiene necesariamente que ser perfecto, puesto que causa perfecta produce efecto perfecto. En consecuencia, la Christian Science refuta la realidad de la enfermedad, el dolor, el pecado, la desdicha, la muerte, porque, sin atender a cuán efectivos parezcan a sus víctimas, Dios ni los creó ni los permite.
Sufren discordancias sólo aquellos que han aceptado la creencia en una creación y existencia materiales y finitas como reales. En efecto, la aceptación de tal creencia es la aceptación asimismo de las discordancias, porque la creencia en la materia está en desacuerdo con la verdad del ser, en discrepancia con la oración instituida por el Maestro y que empieza así (Mateo 6:9): “Padre nuestro, que estás en los cielos.” La salvación consiste en repudiar y rechazar las mentiras respecto al hombre, a la persona dada, y en aceptar y utilizar como suya la verdad de Dios y el hombre, su verdadera individualidad.
Nadie puede progresar como debiera en la Christian Science si reclama como suya la calidad de hijo espiritual una porción muy pequeña del tiempo, pasando el resto del tiempo pensando, obrando y viviendo a la manera limitada, finita y atrofiada de los mortales. Sana físicamente la humanidad cuando abandona los pensamientos falsos y engañosos que pretenden maniatarla mental y físicamente. Cuando Mrs. Eddy dijo que ganaría “un saldo en favor del bien,” su verdadero ser, añadió: “Sólo ésto me da las fuerzas de Dios con qué vencer todo error.” Si solamente ganando un saldo o preponderancia en favor del bien adquiere uno “las fuerzas de Dios con qué vencer todo error,” es claro que mientras más pronto obtenga tal saldo, más pronto queda libre.
Luego uno progresa o logra éxito en la Christian Science en proporción al saldo que gane “en favor del bien.” Ganar ese saldo es ganar la liberación y armonía de su ser verdadero, es ganar dominio sobre las falsas creencias respecto a sí mismo. “¿Cómo puede decirse que el hombre está vivo hoy, pero que puede estar muerto mañana?” pregunta Mrs. Eddy, y continúa (Ciencia y Salud, pág. 216): “¿Qué habrá inducido a la Vida, Dios, a producir tan extraños efectos? Aquí se acaban las teorías, y la Ciencia revela el misterio y resuelve el problema del hombre. El error muerde el calcañar de la verdad, pero no puede matar la verdad. La verdad quiebra la cabeza del error — destruye al error. La espiritualidad asedia abiertamente al materialismo. ¿En qué bando estamos peleando?”
El hombre a la semejanza de Dios es, siempre ha sido y será perfecto, espiritual, íntegro, sano, fuerte, progresivo, porque así lo hizo Dios. Eso es lo cierto respecto al hombre, la verdad tocante a tí y a mí, aquí y ahora mismo. El testimonio de los sentidos materiales contradice ésto, como todas las realidades espirituales, pero no son confiables tales sentidos por ser inexacta su evidencia. De hecho, todos están de acuerdo con ésto puesto que nadie cree que un avión, un tren o buque se vuelve más pequeño a medida que más se va alejando del observador, por más que eso es lo que indica el testimonio de los sentidos. El pecado, la enfermedad y la muerte son tan irreales como el testimonio de los sentidos referente al avión, tren o buque; y la Christian Science se halla en nuestro medio para capacitarnos a fin de que probemos la irrealidad, la nulidad del error y del mal mediante la demostración de que Dios es todo y lo abarca todo y de que el hombre es la expresión, el reflejo o manifestación de la perfección divina.
De otra manera no hubiera dicho el Maestro (Mat. 5:48): “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Por eso también pudo decir correctamente Mrs. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 468): “No hay vida, verdad, inteligencia ni substancia en la materia. Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo. El Espíritu es la Verdad inmortal; la materia es el error mortal. El Espíritu es lo real y eterno; la materia es lo irreal y temporal. El Espíritu es Dios, y el hombre es Su imagen y semejanza. Por lo tanto el hombre no es material; él es espiritual.”