Una de las muchas lecciones que aprende el estudiante de la Christian Science es el arte del verdadero dar que, desde el punto de vista espiritual, va asociado exclusivamente con la facultad de amar en el sentido verídico. Veamos algunas de las maneras de dar que todos tenemos a nuestro alcance, y que, al aprovecharlas, nos descubren indefectiblemente otras maneras que podemos utilizar en nuestra vida diaria. Obrar desinteresadamente, dar sin pensar en recibir nada en cambio, consolar y mejorar a los demás — todo ésto tiene su punto de partida en el Espíritu.
¡Qué bueno es entender que el hombre existe como idea de Dios y que cada idea individual posee su propio lugar en la Mente y está unida en perfecta coordinación a todas las otras ideas, perfectamente equilibrada, sin tomar nada de lo que corresponde a alguna otra, sino que todas actúan en armonía y de conformidad con la ley del Amor — el Dador infinito de cuanto hay de bueno!
La Christian Science nos viene infundiendo la habilidad para comprender la omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia de Dios que prueban con certeza la absoluta irrealidad de las malas creencias o las creencias en el mal — todo lo que pretende oponerse al conocimiento, presencia y poder divinos. La Christian Science nos sana de toda enfermedad, pena o carencia; nos da la idea verdadera de la salud que es siempre mental y espiritual por ser una cualidad de la Mente. Nos da la comprensión espiritual mediante la cual podemos probar que Dios constituye nuestra provisión infinita y siempre presente; que es nuestro Amigo nuestro guía y nuestro guardián. Por eso nos hallamos capaces de tener intereses saludables y una perspectiva sana y, por lo mismo, de impartir a los demás un concepto más feliz y más sano del ser. Un Científico Cristiano es comparable a un faro que a todos alumbra.
Es esencial reconocer el hecho espiritual de que la única Mente infinita nutre, sostiene y mantiene cada idea individual; cuando demostramos ésto, damos o reflejamos la verdad del ser sin sufrir impresión alguna de tensión o discordancia, sea cual fuere la pretensión de los anochecidos sentidos materiales. Como un rayo de luz resplandece en las tinieblas y las ahuyenta, así la comprensión espiritual dispersa las sombras del pensar material y trae consigo esclarecimiento y libertad. Dios nos depara, mediante la Christian Science, innumerables oportunidades para que impartamos el bien con que nos dota divinamente como Su imagen y semejanza que somos. Sólo la revelación de esta Ciencia puede capacitarnos para que comprendamos cuánto bien poseemos para que lo demos y cuán necesario es vivir una vida de amoroso servicio a fin de que el mundo pueda recibir la bendición de una clara consciencia de la naturaleza irreprimible e ilimitada de la existencia verdadera.
Dios da y el hombre recibe. Como explica Mary Baker Eddy en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (pág. 5): “Enteramente aparte de este sueño mortal, de esta ilusión y decepción de los sentidos, la Christian Science viene a revelar el hombre como imagen de Dios, Su idea, coexistente con El — Dios dándolo todo y el hombre teniendo todo cuanto Dios da.” Y en la página 79 del libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras:” “El dar en el servicio de nuestro Hacedor no nos empobrece, ni enriquece el retener.” La Causa de la Christian Science existe para salvar a la humanidad. Luego es bueno que podamos dar a los servicios de nuestra Iglesia nuestro apoyo leal, nuestra gratitud y amor desinteresado; dar a nuestro prójimo cariño, bondad, ternura e incentivo.
En el capítulo noveno de la II Corintios hallamos muchas ideas que pueden clarificar nuestra comprensión de lo que es este verdadero dar por cuanto nos atañe. Nos dice que “el que siembra generosamente, generosamente también segará,” y que “el que suministra simiente al sembrador, y pan para manutención, suministrará y multiplicará vuestra simiente para sembrar, y aumentará los productos de vuestra justicia.” ¡Cómo lo probó así la vida de nuestra Guía! Ella dió, sin parsimonia, de su vida y de sus ideas y fué recompensada en abundancia. Démosle pues nuestra lealtad completa y absoluta, reconociéndola como la Descubridora y Fundadora de la Christian Science y utilizando lo que nos dió en su revelación de la Verdad. Apoyemos a La Junta Directiva de la Christian Science sustentando su labor que se concierne con orientar y fomentar la Causa. Obedezcamos el Manual de La Iglesia Madre instituido por Mrs. Eddy, acatando de todo corazón cada una de sus Reglas; sostengamos nuestras iglesias, nuestras reuniones testimoniales, nuestras publicaciones periódicas. Vivamos de acuerdo con la “Regla para móviles y hechos” (Art. VIII, Sección 1) y busquemos la protección que imparte nuestra propia defensa diaria contra toda sugestión mental agresiva.
El caudal del Amor divino es munífico; su provisión se surte y se renueva constantemente. Mientras más damos, más podemos dar. Mientras más amamos, de más amor disponemos para dar. Y esa misma ley de multiplicación es aplicable a nuestra actividad, nuestra honradez, nuestra habilidad y la facilidad para expresarnos. Alguien puede preguntar: “¿Puedo dar con demasía?” No, puesto que cuando reconocemos a Dios como el Dador infinito, sabemos que el manantial nunca puede agotarse, antes bien nuestro acopio aumenta y se multiplica a medida que más lo utilizamos.
“Dame, Señor, un sabio corazón,” cantamos en uno de nuestros Himnos. Y a medida que amanezcamos a la realidad de que la base verdadera de todo dar es la comprensión de Dios, el Amor infinito, daremos o expresaremos las ideas espirituales que se originan en la Mente divina y que sanan las falsas creencias de la materialidad.
Porque, como asegura Pablo (II Cor. 9:8, 15): “Dios puede hacer que toda gracia abunde en vosotros; a fin de que, teniendo siempre toda suficiencia en todo, tengáis abundancia para toda buena obra... ¡Gracias a Dios por su don inefable!”