Hace más de diecisiete años que empecé a conocer la Christian Science. Había sufrido nueve años de una tuberculosis que me había hecho guardar cama sin poder hablar a veces.
Una señora que no era Científica Cristiana y que me conocía, se halló un ejemplar de The Herald of Christian Science y me lo dió diciéndome que si no me hacía bien leerlo, tampoco me haría peor. Yo no pude entender del todo lo que leía y no sabía que existían practicistas que pudieran ayudarme. Ocurrí humildemente a la Sala de Lectura de la Christian Science en Amsterdam, en donde compré el folleto titulado “Prayer and Confidence” (Oración y Confianza). Entonces comencé a entender un poco de Christian Science. Comprendí que lo que causaba mi enfermedad era el temor. Desde que era joven mi madre mi inculcó el temor de esta enfermedad. Tenía una amiga en la oficina que la padecía, y yo creía que me había contagiado.
Tan luego como me di cuenta de la causa de mi enfermedad, desapareció, sintiéndome yo mejor, y en tres meses sané completamente. Durante diecisiete años no he tenido que guardar cama ni un solo día.
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