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“Se prohiben las Fórmulas”

Del número de julio de 1953 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el Manual de La Iglesia Madre nuestra Guía, Mary Baker Eddy, da una Regla definitiva que prohibe el uso de fórmulas escritas como medio auxiliar para enseñar o practicar la Christian Science. Bajo el título de “Se prohiben las Fórmulas” escribe en parte (Art. VIII, Sección 9): “Ningún miembro debe usar fórmulas escritas ni permitir que sus pacientes o alumnos las usen como auxiliares para enseñar la Christian Science o para sanar a los enfermos.”

Fórmula es un juego de palabras fijas o una declaración doctrinal convencional que se usa impensadamente. La Christian Science no puede enseñarse ni ejercerse por medio de fórmulas porque declara la individualidad infinita del ser espiritual en toda su diversidad, variedad y originalidad. La infinita naturaleza espiritual de Dios se expresa en ideas sin límites, y estas ideas constituyen el hombre y el universo. Escribe el Apóstol Pablo (I Cor. 12:6): “Hay diversidad de operaciones, mas el mismo Dios es el que obra todas las cosas en todos.”

Mrs. Eddy proveyó resguardos definitivos y adecuados para enseñar y practicar la Christian Science. Al impulso de la sabiduría divina, ella cercó la viña de la curación por la Mente para que no pudieran penetrar zorras merodeadoras a hollar y devorar los primeros frutos de nuestros esfuerzos. Si deseamos progresar en la Christian Science y cosechar el resultado en las curaciones de que es capaz, es esencial obedecer estrictamente las reglas que ha prescrito Mrs. Eddy.

Escribe ella (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 462): “Quienquiera que desee demostrar la curación en la Christian Science, tiene que atenerse estrictamente a sus reglas, tener en cuenta cada una de sus proposiciones, y avanzar desde los rudimentos fijados.” El Estatuto del Manual que prohibe el uso de fórmulas escritas es palpablemente una de esas reglas. En obediencia a este Estatuto, un maestro o practicista de la Christian Science no escribe fórmulas ni recomienda su uso a sus alumnos o pacientes, individual o colectivamente. En la práctica de la Christian Science cada caso requiere tratamiento exclusivo. Cualesquiera citas que se tomen de la Biblia o de los escritos de Mrs. Eddy para ayudar el practicista a alguno de sus pacientes, debe escogerlas adecuadas al caso específico del paciente, y así se entiende, por regla general. Tales pasajes son usualmente los que estudia el practicista con relación al tratamiento que da según la Christian Science.

Asociar ciertas enfermedades con los errores o defectos del carácter específico a que se atribuyen tiende usualmente a hacer que se usen fórmulas. Así no sería de provecho ni para el practicista ni para el paciente hacer una lista de los errores que se supone se asocian con tal o cual enfermedad, o presumir que un caso pueda tratarse precisamente como algún otro.

Por ejemplo, cierto paciente solicitó ayuda de un practicista de la Christian Science. Padecía de una enfermedad aguda que le causaba dolor, por lo cual se requería una comprensión clara y positiva de la Christian Science. Durante los momentos de oración en silencio que constituía el tratamiento, comprendió el practicista que en el paciente predominaba un intenso temor de que peligraba todo lo suyo, es decir, creía que si le faltaba su salud, eso le acarrearía la pérdida de su empleo, y que si perdía su salud y su empleo, acabaría por perder también su vida. Apelando a Dios, el practicista se puso a declarar la verdad tocante a la Vida, o sea que la Vida es Dios, inmortal e inviolable. Vió claramente que el hombre, como imagen y semejanza de Dios, nunca puede perder la Vida. Comprendió que esta es la verdad respecto al hombre y por tanto la verdad respecto a su paciente. Cesó pronto el dolor y el paciente quedó sano de su afección.

Poco después atendió el mismo practicista a otro caso semejante y aplicó el mismo tratamiento con resultado alentador. Fué rápida la curación, y el practicista comenzó a creer que había descubierto un modo especial para el tratamiento de esta clase de enfermedad. No tardó mucho en presentársele nueva ocasión de probar su comprensión a este respecto, y confiando en el éxito que ya había tenido, empezó a tratar el nuevo caso de idéntica manera sin orar atendiendo a lo que el paciente necesitaba individualmente. Pero en esta vez descubrió que el tratamiento tomaba el carácter de fórmula y pronto se dió cuenta de que no podía emplear correctamente ningún rígido método mental que en modo alguno pudiera clasificarse así. Entendió que hay que dar tratamiento individual en cada caso según lo requiera el paciente y que sólo la oración podía revelarle lo que el paciente necesitara específicamente, dando al practicista el esclarecimiento adecuado al caso.

En la Christian Science aprendemos que cada quien existe como una expresión individual del ser. De lo cual se deduce lógicamente que el tratamiento u oración tiene que ser individual, sin que pueda tomar la forma de simple declaración formulada. En esta Ciencia no es preciso que haya dos tratamientos iguales. Es distinto lo que cada paciente requiere. La oración es eficaz en proporción al espíritu o móvil que la inspire y a la compasión, poder, gozo, paciencia, amor y comprensión que refleje. Cuando el corazón rebosa de amor y el practicista está imbuido en una profunda convicción espiritual de la presencia y el poder de Dios, resulta imposible una fórmula.

Es bueno velar a fin de cerciorarnos de que cumplimos con las reglas que nos dejó Mrs. Eddy respecto a cómo enseñar y practicar la Christian Science. Sus obras las contienen. Es bueno que de cuando en cuando examine el estudiante su propia labor a fin de ver si en algo se desvía de estas reglas. Tal examen le ayudará a corregir la tendencia que, si no se evita, puede llevar al uso de fórmulas y obstruir el éxito en su práctica de la Christian Science.

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