“Para estar enteramente sano, el hombre tiene que mejorarse tanto espiritual como físicamente” (Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, págs. 369, 370). Esta declaración ha quedado probada en mi experiencia.
Hace varios años que apareció una erupción cutánea en uno de mis pies. Al principio no le daba mucha importancia, porque no me dolía y sólo de cuando en cuando me molestaba. Pero con el tiempo se hacía sentir con más frecuencia por incomodarme y dolerme. Me esforcé por curarme en la Christian Science como mejor podía, pero sin resultado apreciable. Entonces solicité tratamiento de un practicista. El mal comenzó a disminuir luego, pero no desaparecía, y poco después adquirió forma más agresiva y violenta.
Yo me había separado de mi familia por una disputa causada por los intereses que poseíamos. Y entonces resolví dar término a esa desavenencia renunciando no sólo a lo que la ocasionaba sino también a lo que no se me exigía renunciara, sabiendo que sólo Dios es justo, y que El es el que da cuanto necesitamos y establece la hermandad verdadera. Las uñas de los pies, que se me habían deformado, volvieron a crecer perfectamente normales después de pocos meses, y desapareció toda traza de la afección. Fué completa la demostración, y todo de lo que había prescindido para que no se alteraran mis buenas relaciones con la familia me fué devuelto voluntariamente casi desde luego. Esa curación que experimenté hace varios años ha sido permanente. Poco después de la demostración me dí cuenta de la relación que había entre ambos problemas cuando comprendí el significado de lo que declara nuestra amada Guía en Ciencia y Salud (pág. 419): “Una cuestión moral puede impedir el restablecimiento de los enfermos. Errores en acecho, la concupiscencia, la envidia, la venganza, la malicia o el odio, perpetuarán y hasta crearán la creencia en la enfermedad.”
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