Todo Científico Cristiano va aprendiendo la lección admirable de que el poder determinativo de su experiencia humana está siempre en sus propias manos.
¿Qué significa eso? Significa que nunca nos viene ninguna sugestión del mal que no pueda anularse. Mary Baker Eddy escribió una vez según dice Irving C. Tomlinson en la pág. 85 de Twelve Years with Mary Baker Eddy (Doce Años con Mary Baker Eddy): “El error viene a ti para que le des vida, y tú le das toda la vida que tiene.” La pujanza del triunfo yace en nuestro pensar a cualquier instante, en todo momento. Nuestra habilidad para tener éxito, para curarnos, para ser libres y tener dominio jamás puede quitársenos de nuestras propias manos.
Los malos pensamientos que los Científicos Cristianos acostumbran llamar práctica mental maligna no son primordialmente dañosos por lo que los otros puedan o no puedan pensar, trátese de opinión general de lo que la supuesta mente mortal llama “leyes sanitarias” y las penas que imponen, o del mal juzgar, crítica, envidia, odio y aún de la perversidad de lo que otro opine de nosotros o de nuestros hechos. Ni adquiere validez el falso pensar con creer que está bien organizado o que tiene su historia. Todo y lo único que cuenta en la práctica mental maligna en general o la específica, por lo que a nosotros atañe, es lo que admitamos de ella. Lo que suframos de la práctica mental maligna se debe a lo que uno piense respecto a lo que los otros piensan. Siempre se requiere cooperación de parte nuestra antes que la práctica mental maligna pueda ejercer influencia alguna siquiera sea en creencia. Nosotros mismos somos los que ponemos la batalla en orden de librarse. Estar alerta puede a veces impedir la batalla, y siempre puede hacer que cese.
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