No tenemos más que contemplar la escena que presenta el mundo para comprender por qué Mary Baker Eddy estableció The Christian Science Monitor.
Vemos que se desenvuelve la situación que Mrs. Eddy describió como sigue en la página 97 de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras:” “Cuanto más destructiva se vuelva la materia, tanto más aparecerá su nada, hasta que la materia llegue a su cenit en la ilusión y desaparezca para siempre.”
Es pues grande la necesidad que tiene la humanidad de la misión que puede desempeñar nuestro diario, preparando el terreno para que la Christian Science lleve a cabo plenamente su ministerio curativo. Nos hallamos en una de las grandes horas de la historia humana repletas de oportunidades. Es trascendental la tarea del Científico Cristiano. Consiste en ayudar a la humanidad a ver que la nueva capacidad que han adquirido los mortales para reconcentrar y dar rienda suelta a la potencia material puede ser un paso hacia adelante probando la supremacía del hombre sobre la materia en vez de ser un paso hacia atrás por el despeñadero de la destrucción de uno mismo.
Cada vez más claramente podemos ver que aparece el hecho de que la materia no es nada hasta cuando analizamos ahora su destructividad. Que no es nada, el hombre de ciencias naturales lo ve hoy con mayor claridad que nunca al encontrar que sus leyes materiales ya no son válidas y que la naturaleza de la realidad ha quedado reducida a una esencia de pensamiento. Que no es nada es ya más claro hasta para el hombre de estado que percibe que la capacidad destructiva del arma atómica o termonuclear no está en el arma material en sí sino en la mente mortal que decida emplearla. Según el juicio en que convienen o coinciden los más prominentes pensadores del mundo, el problema no es ya cómo dominar la materia sino el dominio del hombre sobre sí mismo. Y al darnos cuenta de esto nos volvemos directamente a Dios y a Su ley divina para con el hombre.
Así hambrientos espiritualmente, los hombres por todas partes del mundo claman pidiendo de comer y de beber. Por eso atienden a lo que dice The Christian Science Monitor— y a lo que saben que lo inspira — con respeto creciente.
La circulación y distribución de nuestro rotativo ofrece rica oportunidad de llevar la misma Christian Science a los corazones hambrientos, como sabéis muchos de vosotros. Nuestro periódico diario es útil solamente en la medida en que llegue a manos de la gente y lo lean. De ahí la importancia de nuestro Departamento de Circulación, cuya labor eficaz se refleja en el hecho de que hoy tiene el Monitor la mayor circulación que ha tenido.
De igual manera, el Departamento de Anuncios no es sólo un medio de adquirir fuerza económica para la tarea de la publicación. Es también un amplio conducto abierto a la comunidad de los negocios para que le llegue la verdad curativa mediante el gran número de nuestros empleados que explican a los anunciantes potenciales el valor que tiene para ellos el Monitor. Todos los departamentos que producen nuestro diario constituyen en verdad un cuerpo de colegas estrechamente vinculados sabedores agradecidos del papel indispensable de cada uno. Y, sobre todo, la labor complementaria de estas tareas que llevan a cabo voluntariamente por todo el mundo los que así abren las puertas a las multitudes que esperan la bendición de la misión de nuestro periódico.
El resultado de este trabajo es a veces tan divertido como complaciente. Una señora que ocupa un alto puesto en el Departamento del Trabajo en Washington, D.C., escribió el otro día para decirnos que: “De regreso a casa en un ómnibus, llevaba yo un buqué de flores envuelto en un ejemplar viejo de The Christian Science Monitor cuando sentí que alguien detrás de mí me tocaba el hombro. Era una señora que me dijo luego: ‘¿Ya no necesita ese ejemplar del Monitor?’ Yo me sentí algo sorprendida pero ella sin dar tiempo para más añadió: ‘Tenga usted este periódico del día, de Washington, para que envuelva sus flores, y déme el suyo.’ Pero éste es un número atrasado, le expliqué yo. A lo que respondió: The Christian Science Monitor es un clásico, y cada ejemplar es digno de leerse sin que importe cuán viejo sea.’ Lo cual volvió a sorprenderme sintiéndome un poco culpable de profanarlo al grado de usarlo como papel de envoltura.”
Pero permitidme que cite sólo otro de los conceptos en que se tiene al Monitor, en esta vez publicado en la primavera actual en un editorial de cierto semanario campestre que se publica en la parte norte del estado de Nueva York. El que lo escribió despertó en nosotros gratitud por haber sido tan vidente Mrs. Eddy. Pues no sólo fundó The Christian Science Monitor; ya antes había establecido la institución del Comité de Publicación y había iniciado la costumbre de mantener relaciones estrechas con los otros periódicos. Lo cual ha dado por resultado que el Monitor sea incuestionablemente el periódico que con más frecuencia se cita en todo el periodismo mundial.
La circulación indirecta que se le da en reimpresiones en otros periódicos llega a muchos millones. Y es todavía quizá mayor su influencia más indirecta que repercute el pensar editorial de los demás redactores de periódicos. Mas veamos lo que nos dice el editor del semanario de lo que el Monitor significa para él, según lo publica en la primera página de su periódico: “Hace tiempo recibimos una oferta de The Christian Science Monitor de que aceptáramos se nos enviara ese diario a cambio de anuncios en nuestro periódico. Nos vamos percatando cada vez más de que no hay en la Tribune suficiente espacio disponible para recompensar al Monitor por lo que nos trae. Si es Verdad que una institución es sólo la sombra de un hombre, ciertamente que se puede decir que el Monitor es la sombra vigorosa de una fe espiritual — la de que el hombre es un ser espiritual creado a imagen de Dios — y de que la norma de la perfección es ni más ni menos que la semejanza de Dios. Esta verdad la ejemplifican los editoriales, las secciones de temas específicos y las noticias de sus reportazgos. El Monitor aviva nuestra imaginación, cristaliza nuestros principios, restaura nuestra fe en el periodismo como profesión elevada y hace que nos sintamos orgullos de ser los redactores de este semanario campestre.”
Quien así escribe ve claro lo que impulsa a The Christian Science Monitor. Vislumbra su misión. Igual hizo Sir Winston Churchill cuando en dos ocasiones distintas comparó nuestro diario con uno de los más grandes y antiguos diarios de su propio país — un periódico cuyo nombre es sinónimo de valor e integridad.
E hizo lo mismo el Presidente Eisenhower en su oficina el otro día, cuando expresó su gratitud por el apoyo que nuestro diario da al gobierno justo, sin ninguna filiación política de su parte.
El poder de la Verdad que es Cristo y que The Christian Science Monitor está encargado de ejemplificar cada día, puede leudar toda la masa del erróneo entendimiento humano. ¿Podemos tener ni la más leve duda de que Mrs. Eddy previo las crisis que habían de entenebrecer amenazantemente el siglo veinte, y que creó este instrumento que es nuestro periódico diario previendo su específica utilidad en tal trance? Recordad que algunos de los que rodeaban a nuestra Guía trataron de disuadirla a que no emprendiera tan colosal obra de establecimiento del diario. Recordad que algunos procuraron persuadirla a que suprimiera de su título las palabras “Christian Science.” Pero recordad también con qué ecuanimidad espiritual ella se adhirió a su visión ordenando serenamente que prosiguiera la tarea. Esa tarea consiste ahora en despertar a la humanidad del mesmerismo que trata de hacer que todos nos durmamos. Esa tarea consiste en desenmascarar los temores que tratan de inocular pánico. Esa tarea consiste en encaminar a los hombres por la senda de su destino espiritual. Esa tarea puede salvar a la sociedad humana y salvándola está en la estructura total de la plena misión de la Christian Science.
The Christian Science Monitor preguntaba editorialmente el otro día: “¿Puede el hombre superar a las fuerzas que él mismo ha desatado?” Dijo el Monitor: “¿Cuál hombre?” Respondiendo luego: "El hombre sin Dios ciertamente que es endeble criatura. Considerado como brizna infinitesimal en el espacio astronómico, es un fenómeno que se desvanece velozmente, víctima fácil de su propia arrogancia lamentable. El hombre concebido como complejo ente de átomos queda a merced del átomo. Pero eso es la mera parodia del hombre. Hecho a imagen y semejanza de Dios, dotado de la inteligencia infinita de la Mente divina de que emana, sostenido en el designio eterno del Amor divino, el hombre hay que buscarlo en las recónditas intuiciones de la humanidad, en su más espiritual perspicacia, en sus triunfos más desinteresados. Hay que hallar al hombre en la fe pura de un pequeñuelo, en el maduro esclarecimiento de la comprensión que se compenetra del bien espiritual como substancia indestructible de la realidad.”
Y luego, refiriéndose a la amenaza de la energía material inconcebiblemente destructiva, dijo el Monitor: “Una vez descubierto el pensar que se concierne con la bomba, dominándola, ya estamos en un reino en el que no hay confusión tan grande ni malignidad tan terrible ni temor tan desolador que la luz de las ideas correctas no puedan disipar.
“No hay circunstancia mortal capaz de interceptar el solícito cuidado infinito de la ley divina entendida y aplicada espiritualmente. La gigantesca provocación de la hora que pasa nos cita a que escalemos a alturas más intrépidas de la demostración espiritual desde cuya cima veremos ‘nuevas todas las cosas.’ ”
Así habla The Christian Science Monitor con voz de clarín que llama a bendecir a toda la humanidad. Y abunda la evidencia de que se atiende a su llamada.