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“Donde las cadenas caen”

Del número de octubre de 1954 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nuestra Guía, Mary Baker Eddy, profetizó que vendrían tiempos infaustos, pero nos dió esta promesa reconfortante (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, págs. 96 y 97): “Durante este conflicto final, ciertas mentes malignas se esforzarán por encontrar medios para causar más daño; pero los que conozcan la Christian Science pondrán un freno al crimen. Ayudarán a expulsar el error. Mantendrán la ley y el orden, y esperarán gozosos la certeza de la perfección final.”

Para esa labor cristiana, Jesús es nuestro dechado. El se enfrentó a condiciones en el mundo análogas a las actuales. Pero lo hizo anulando toda ley mortal. ¿Cómo lo logró? Conociendo y poniendo en práctica el gobierno de sí mismo. ¿Qué significa en la Christian Science gobernarse a uno mismo? Significa reconocer y aceptar un poder omnipresente, omnisciente, omnipotente y omniactivo: el Principio divino que gobierna su creación eterna y perfecta de ideas espirituales mediante sus leyes infalibles.

Jesús reconocía y se sometía constantemente a este poder regente. Su mentalidad se identificaba con la del Cristo, la expresión pura de la Mente divina que todo lo gobierna. En consecuencia, él verdaderamente se gobernaba a sí mismo. Esto lo capacitó para llevar a cabo obras portentosas y para desvanecer las falsas creencias del pecado, la enfermedad, la discordancia y la muerte. Cada uno de nosotros refleja en su ser verdadero la individualidad divina y, por lo tanto, también se gobierna a sí mismo.

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