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“¡Bendice, oh alma mía, a Jehová, y todas...

Del número de enero de 1956 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“¡Bendice, oh alma mía, a Jehová, y todas mis entrañas bendigan su santo nombre! ¡Bendice, oh alma mía, a Jehová, y no te olvides jamás de todos sus beneficios!— los beneficios de Aquel que perdona todas tus iniquidades; que sana todas tus enfermedades; que rescata tu vida de la sepultura; que te corona de misericordia y de compasiones” (Salmo 103:1–4). Con el Salmista, yo doy a Dios de todo corazón las gracias por todas Sus misericordias.

Oro por que mi vida se vuelva una acción de gracias a Cristo Jesús por habernos trazado el camino de la salvación de todo pecado, enfermedad y la muerte. Estoy agradecido a Mrs. Eddy, mensajera de Dios a esta era, por habernos interpretado las palabras y las obras de Cristo Jesús, por haber descubierto el arte de la curación divina que se había perdido y por haber clarificado que el servicio divino es una tarea diaria en la que hay que aplicar nuestro Cristianismo a todas nuestras actividades.

Yo hallé en la Christian Science el consuelo espiritual que buscaba sin poder encontrarlo en las iglesias ortodoxas. Por añadidura he sanado de muchas afecciones físicas. He vencido la carencia y el desaliento y también el temor de estar solo en la noche o en lugares solitarios o aislados. Mi curación de unas jaquecas fué lenta, pero mientras resolvía ese problema, sané de la impaciencia, el resentimiento y otros defectos característicos.

Cuando me hallaba trabajando, me enfermé y llamaron a un médico a que me atendiera. Cuando supo que yo era Científico Cristiano se abstuvo de darme medicina alguna, pero dijo que yo tenía un lobanillo canceroso. Mi temor hizo que me creciera ese bulto rápidamente por cierto tiempo, tardando varios meses en desvanecerse completamente. Durante ese tiempo yo aprendí de memoria y meditaba en el Salmo noventa y uno y estudié el libro Christian Healing (Curación cristiana) por Mrs. Eddy. Hallé especialmente útil el pasaje en la página 6 que dice: “Ví cómo evolucionaban y se hacían tangibles los ideales de la mente; sin que importe que ese ideal sea una flor o un cáncer, con tal que la creencia sea suficientemente fuerte para manifestarlo.” Eso venció al lobanillo canceroso sin que haya brotado de nuevo durante los últimos diecisiete años y pico.

Entre tanto trabajaba yo por curarme ese lobanillo pasé parte del tiempo en casa de una amiga Científica Cristiana. Una noche parecía que yo estaba a punto de pasar al más allá. Mi amiga, que creía se trataba sólo de un excepcionalmente fuerte dolor de cabeza, trabajaba metafísicamente en mi favor en otro cuarto. Después relató que al ocuparse de eso, siempre que abría su Biblia o alguna de las obras de Mrs. Eddy, le atraía su atención algún pasaje curativo en el que se negaba que hubiera muerte, sin que ella entendiera entonces qué significaba eso. Al sentir yo que quedaba inconsciente, vinieron a mi mente las palabras: “Dios es mi vida,” y me dí cuenta de que revivía. Pronto me hallé fuera de peligro.

Antes de encontrar la Christian Science, yo a veces deseaba morirme, mas desde entonces he aprendido que eso en nada me libraría de mis aflicciones y que hoy es el tiempo en que empezar a lograr un estado mental mejor y más elevado. Esta comprensión ha desterrado mi anhelo de morir. Entre los motivos que tengo para sentirme agradecido, no es de los menores el haber recibido yo instrucción facultativa de la Christian Science de un maestro consagrado ni el gozo de concurrir anualmente a nuestra junta de la asociación de sus alumnos, que nos sirve para consagrar de nuevo nuestra vida y nuestros propósitos.—

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