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Me llamaron la atención a la Christian Science*...

Del número de enero de 1956 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Me llamaron la atención a la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. hace un número de años cuando yo estaba interna en un hospital padeciendo una enfermedad de las que llaman incurables. Como yo era una enfermera de profesión, argüí en contra de la Christian Science creyendo podría servir de algo para enfermedades nerviosas o perturbaciones mentales, pero ciertamente que no para el estado físico en que me hallaba, por lo cual no acepté entonces sus enseñanzas.

Pero como pasaba el tiempo sin que hubiera ninguna mejoría en ese caso mío, llegué al punto en que consentí en probar la Christian Science. Escribí pidiendo el libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, creyendo que aunque me sentía escéptica de que pudiera serme de alguna utilidad, procuraría leerlo con imparcialidad. Pronto recibí el texto, y cuando acabé de leer el Prefacio y el primer capítulo titulado “La Oración,” supe que era más verdadero que todo lo que yo había conocido antes. Fué un suceso de lo más inspirador. Todo me parecía más bello — los árboles, el césped, las flores. El canto de las aves era más dulce; todo se veía de un matiz más luciente. Estaba convencida de que la Christian Science es la verdad.

Poco cambio había ocurrido en mi estado físico entretanto, pero mi fé, mi comprensión y confianza crecieron al grado de sentirme dispuesta a dejar el hospital, en que había estado recluida por quince meses, aún sin el consentimiento del doctor. Yo misma tuve que hacer todos los trámites para que me dieran de baja, y al esforzarme atendiendo a eso me volvía a Dios en silencio y con porfía pidiendo Su ayuda. Y me la dió, pues hubo un cambio inmediatamente sentía como si nunca hubiera estado enferma. Dejé terminados todos los arreglos y regresé a mi casa por tren yo sola, normal y felizmente.

Toda mi familia y especialmente mi madre se oponían a lo que creían que era la Christian Science, y en vez de mantenerme firme en la verdad curativa que ya conocía, comencé a sentir el peso de las teorías médicas, sus prescripciones y los temores consecuentes. La practicista a que fui a consultar me dijo que ella creía que ya sabía yo lo suficiente de la Christian Science para permanecer definitivamente firme en ella. Ya sabía yo que no podía retroceder al tratamiento médico porque ya había logrado comprender la situación mejor que eso, así es que adopté una actitud resuelta en favor de la Ciencia. Desde entonces ya no tuve más temor de que reincidiera la enfermedad y nunca ha vuelto.

He tenido otras muchas curaciones en el trascurso de los años, tanto físicas como mentales. Una de ellas fué de la necesidad de usar antiparras. Dos eminentes oculistas me habían predicho que siempre tendría que usarlas. Esto ocurrió sin tratamiento específico; cuando había estudiado la Ciencia durante un año aproximadamente, me quité las antiparras y no las he vuelto a usar desde entonces.

Las palabras pueden expresar sólo un poco de la gratitud que siento por la Christian Science y por las bendiciones que ha traído a mi vida, entre ellas compañía congenial, hogar y mi familia, diversas actividades en la iglesia e instrucción facultativa de esta Ciencia.

La Christian Science es de veras el Consolador que Jesús nos prometió en la Biblia.—

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