Que lo reconozca o que no lo reconozca, el corazón humano ha deseado a través de los siglos comprender a Dios, darse cuenta de Su presencia, estar profundamente convencido de que El es. Los hombres convienen por regla general en que nunca se ha logrado vencer efectivamente el mal sin algún grado de comprensión de la naturaleza de Dios.
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