Con gratitud por las muchas pruebas que he tenido de que la Christian Science cura, someto yo este testimonio.
Comencé a estudiar esta Ciencia después de ver cómo mi madre había sanado lindamente en 1925. Hubo una consulta entre tres doctores que resolvieron decirle que no podían hacer nada por ella, porque el daño que había recibido en su espalda la había paralizado. Entonces mi madre le dijo a su hermana que fuera al cuarto del equipaje, desempacara cierto baúl y sacara de él un ejemplar de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy que había pertenecido a mi abuela. Mi madre se puso a leerlo y en tres semanas ya podía andar. No tardó en dejar de sentir un dolor, del que no había tenido ningún alivio por más de cinco años. Pronto quedó completamente curada y hoy está sana y activa.
Yo me he curado de amigdalitis, influenza, dolor de muelas, quemaduras y otros muchos males físicos. También he sanado de mi temor de las tormentas comprendiendo que “El amor perfecto echa fuera el temor” (I Juan 4:18). La enseñanza de la Christian Science de que Dios es Amor y está siempre presente me ha dado más amor y buena voluntad para con mis semejantes.
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