En hondo agradecimiento a nuestro Padre-Madre Dios, deseo relatar una curación muy linda que obtuve mediante la Christian Science.
En el año de 1947 me vi gravemente enferma. El diagnóstico médico indicaba que yo tenía una severa tuberculosis pulmonar con una cavidad en un pulmón. Mi caso fué declarado sin esperanza. A la sazón una amiga me regaló el libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy. Cuando lo leía con sumo interés y anhelando vehementemente entenderlo, me invadió una inefable sensación de paz.
En seguida hablé a mi amiga de esta verdad admirable de la Christian Science y le pedí la dirección de una practicista: Le escribí luego suplicándole me diera un tratamiento, lo cual hizo en el acto. Me dieron a que leyera algunas conferencias sobre esta Ciencia que hallé muy útiles y mientras más la estudiaba más abría yo los ojos y mi corazón a sus verdades. Mi condición física cambió casi inmediatamente. Pronto pude levantarme y salir a dar un paseo a pie. Muy en breve mi peso aumentó casi quince kilos. Ante el Amor divino cedió mi temor, y sané por completo de la tuberculosis.
He tenido el privilegio de ver la ley de la justicia de Dios en acción cuando se falló en mi favor en el juzgado en que se ventilaba cierto juicio, por haber confiado yo en que Dios me ayudaría. Cuando durante el proceso la situación me parecía abrumadora, una practicista me ayudaba a recobrar fuerzas y valor. La luz de la Verdad penetró en mis pensamientos, y triunfó la justicia divina.
Agradezco indeciblemente entender ya mejor las palabras de nuestra amada Guía, Mrs. Eddy, en Ciencia y Salud (pág. 475): “El hombre es idea, la imagen del Amor; no es corpóreo.” Le doy a ella las gracias por este admirable libro de texto, y a la practicista por haberme ayudado. Le doy a nuestro Padre-Madre Dios toda la gloria y le agradezco a diario me guía en la Christian Science.— Hamburgo-Finkenwärder, Alemania.