La gente deja a menudo que sus pensamientos moren en lo pasado, y eso les anubla innecesariamente sus sentimientos y sus hechos presentes. Muchos hay también que se preocupan por lo que el futuro les reserve para ellos, para sus familias y para el mundo. ¿Cómo nos sirve la Christian Science para enfrentarnos a tales sugestiones de temor e incertidumbre, desvaneciéndolas, especialmente las que a lo venidero se refieren?
Dice Mary Baker Eddy en su libro titulado No y Sí (pág. 26): “Dios sostiene al hombre en los vínculos eternos de la Ciencia,— en la armonía inmutable de la ley divina. El hombre es un celeste, y en el universo espiritual él es por siempre individual y armonioso por siempre.” Cuán alentador es recibir la seguridad de que Dios alberga al hombre “en los vínculos eternos de la Ciencia,” en la certeza y el amparo seguro de Su ley inalterable. Luego el destino o la carrera del hombre es una de desenvolvimiento ininterrumpido del bien, de allegados congeniales y de oportunidad sin límites para glorificar a Dios.
Es el deber de todo Científico Cristiano reclamar diariamente su derecho patrimonial de dominio sobre el testimonio de los sentidos materiales, y andar en la seguridad de que los ángeles de Dios siempre se hallan a su lado, guiándolo por sendas de actividad que edifica. Debe estar a la expectativa del premio de su trabajo bien hecho y de los triunfos que ha logrado. Dice Mrs. Eddy en Miscellaneous Writings (Escritos Diversos), pág. 230: “El éxito en la vida depende de esfuerzo persistente, del aprovechamiento de los momentos más que de ninguna otra cosa.” Y añade: “Si quiere uno tener éxito en lo futuro, que aproveche en cuanto pueda lo presente.”
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