No puede haber o hallarse una evidencia más convincente y reconfortante del inalterable amor de Dios hacia el hombre que el concepto cristiano-científico del Cristo siempre presente. Abundan en la Biblia los relatos inspiradores de hombres y mujeres que, habiendo aprendido a escuchar la voz interior, han podido enseñar a otros a que escuchen y obedezcan la misma llamada. Esto nos hace acordarnos de Abraham y Sara que hospedaban ángeles y fueron recompensados con el hijo prometido que había de perpetuar más tarde su linaje conocido como los hijos de Israel. Piensa uno en Ana y su fervorosa conversación con Dios en el templo; en el niño Samuel que ella dio a luz más tarde y en la obediencia de éste cuando Dios lo llamó, respondiendo él: “Habla, que tu siervo escucha” (I Samuel 3:10). Recuerda uno como Elias resucitó al hijo de la viuda y la declaración llena de gratitud que ella profirió (I Reyes 17:24): “¡Ahora con esto acabo de conocer que tú eres varón de Dios, y que en tu boca la palabra de Jehová es la verdad!”
¿Qué habilitaba a estos hijos de los hombres para probar la presencia de Dios y Su gobierno en los diarios asuntos de ellos? ¿Era algo que los distinguía y hacía diferentes de los otros mortales? No, todos tenemos la misma capacidad e iguales posibilidades. La única diferencia está en que esos pensadores estaban conscientemente atentos a la voz de Dios y aceptaban la Palabra que advenía a su pensamiento como guía divina.
Nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, había leído y meditado las Sagradas Escrituras desde niña hasta que le advino la gran revelación de que Dios está siempre presente, al sanar ella en 1866. A lo cual siguieron aquellos años espiritualmente iluminados de su estudio bíblico que le reveló la Ciencia de su curación dando por resultado el libro de texto que ella escribió, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.” Los sucesos subsecuentes fueron el establecimiento de la Iglesia Científica de Cristo, la fundación de La Sociedad Editora de la Christian Science y la formación evolutivamente gradual del Manual de La Iglesia Madre, y una por una vinieron a ser y quedaron ya los organismos o agencias protectivas. ¡Cuán fielmente y de todo corazón Mrs. Eddy había estado atenta a la voz de Dios antes de dar cada paso humanamente necesario o emprender alguna actividad que se concernía con su Iglesia!
Un excelente ejemplo de la habilidad de nuestra Guía para oír y seguir las indicaciones que Dios le impartía es el hecho de haber concebido gradualmente a nuestro pastor impersonal según se le iba revelando. Primero había predicadores que pronunciaban sermones en los servicios religiosos de nuestras iglesias. Luego por un período corto se emplearon pasajes de Ciencia y Salud y de la Biblia correlativamente con los asuntos de la Serie Internacional. Pero nuestra inspirada Guía seguía atenta y orando, y el resultado ha sido las bíblicas Lecciones-Sermones que hoy aparecen en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science para las que nuestra Guía proporcionó los veintiséis temas una vez convencida plenamente de que Dios se los daba. Así vino a existir uno de los aspectos más profundamente importantes de nuestra Iglesia. Las Lecciones-Sermones semanales tomadas de la Biblia y de nuestro libro de texto para que las estudien diario los Científicos Cristianos y se lean cada domingo en nuestras iglesias continúan bendiciendo a todo el mundo.
Mrs. Eddy amorosamente avanzó al frente de su rebaño pastoreándolo y abriéndolo el camino y eliminando todo obstáculo. Pero más que eso ha hecho, porque habiendo encontrado en las Sagradas Escrituras la evidencia de que el espíritu de Cristo siempre ha estado y está siempre en actividad y vigor, anhelaba que los demás perciban la misma verdad y prueben su poder. Al principio lo lograba mediante sus escritos, luego pronunciando conferencias sobre Christian Science y más tarde proveyendo los medios para que los estudiantes recibieran instrucción facultativa según ella la instituyó. Muchos medios o conductos quedaron abiertos por los cuales queda asequible este precioso conocimiento para todos los que estén dispuestos a escuchar y comprender.
El libro de texto de la Christian Science contiene definiciones esclarecientes del Cristo y su misión eterna entre los hombres. En la página 332 leemos: “Cristo es la idea verdadera, proclamando el bien, el mensaje divino, que viene de Dios a los hombres, hablando a la consciencia humana.” Esto muestra la función universal de la idea que es Cristo, la voz interior en la consciencia de cada uno de nosotros, presente en la humana experiencia de uno, profiriendo la verdad y así disipando toda clase de error. Cuán bellamente la Biblia describe esto que ocurre incesantemente en el pensamiento de cada uno (Apocalipsis 3:20): “He aquí, yo estoy de pie a la puerta, y llamo; si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” Considerad qué comunión tan íntima y satisfactoria es posible.
Un estudio de la Biblia revela que Jesús de Nazaret se ganó preeminentemente el título de Jesús el Cristo porque más consecuentemente que todos los otros hombres escuchaba “la idea verdadera, proclamando el bien” y seguía sus indicaciones durante toda su experiencia aquí en la tierra. Mediante su diario vivir él nos definió la naturaleza del Cristo en toda su plenitud. Las enfermedades que afligen a los hijos de los hombres cedían al contacto del Cristo. En presencia del concepto del hombre según se halla en Cristo el pecado perdía su influencia y la misma muerte rendía sus pretensiones, quedando así probada su impotencia.
En su breve e intrépida experiencia triunfal en la tierra, Jesús se enfrentó y dominó todas las falsas pretensiones mortales a fin de que pudiéramos entenderlo y seguir su ejemplo. Dice Mrs. Eddy en Miscellaneous Writings (pág. 75): “Cristo es ‘el camino,’ puesto que la Vida y la Verdad nos dieron mediante una persona humana una revelación espiritual de cómo es posible el desarrollo terrenal del hombre.”
La gloria de este ejemplo maravilloso está en que las mismas posibilidades quedan a nuestra disposición en la medida en que estemos alerta mentalmente a “la idea verdadera, proclamando el bien” en todos los detalles de nuestra vida diaria. El hecho de estar esta idea verdadera siempre presente en nuestro estar consciente para que la reconozcamos y obedezcamos es hondamente reconfortante. En cualquier momento podemos volvernos de cualquier error que se nos enfrente o nos tiente, a la Verdad cuya presencia y naturaleza esencial significan el desvanecimiento del error. Isaías describe al Cristo siempre presente como lo que “trae buenas nuevas de felicidad, que publica la salvación; que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!” (Isaías 52:7.) Pensad en el gozo de tener un monitor siempre presente para recordarnos que nuestro Dios reina, que el bien es supremo, que nada sino lo bueno está sucediendo, y que Su reino está aquí en la tierra, gobernando a todos los hombres y las naciones.
Puede uno preguntar legítimamente: ¿Por qué hay tan poca evidencia de que los hombres han entendido y seguido el camino del Cristo, demostrado a plenitud por Jesús y probado por otros hombres y mujeres de aquellos días bíblicos? La respuesta es llanamente clara. No han escuchado la voz de Cristo, o si la han oído los hombres no han querido atender a sus indicaciones o seguir sus órdenes. El amor de Dios hacia el hombre nunca falla, aunque los infieles mortales no confíen en él.
El ejemplo perfecto del poder de Dios demostrado apareció en el tiempo de Jesús, pero miles de años anteriores la historia muestra que siempre han existido individuales que han vislumbrado al Cristo y han probado su presencia en cierto grado. En nuestro propio tiempo, la revelación de la Christian Science a nuestra amada Guía ha traído al Cristo incorpóreo a la tierra, el Consolador que prometió el Maestro. Su mensaje se encuentra en Ciencia y Salud y se halla asequible para todos los hombres y todas las naciones. Este libro muestra la eterna naturaleza y el carácter del Cristo y contiene a plenitud la función y la misión de este Cristo. Nos muestra que el Cristo nos da el concepto verdadero del hombre tal como Dios lo conoce.
Los frutos de esta comprensión del Cristo se ven otra vez entre los hombres en curaciones, y los Científicos Cristianos prueban diariamente, como lo hacía Elias, que “en [su] boca la palabra de Jehová es la verdad.” Leemos en la página 17 de “No y Sí” por Mrs. Eddy: “El hombre es la culminación de la creación, y Dios no está sin un testigo siempre presente, que dé testimonio de Él.”
 
    
