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Atentos a la voz de Dios

Del número de julio de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


No puede haber o hallarse una evidencia más convincente y reconfortante del inalterable amor de Dios hacia el hombre que el concepto cristiano-científico del Cristo siempre presente. Abundan en la Biblia los relatos inspiradores de hombres y mujeres que, habiendo aprendido a escuchar la voz interior, han podido enseñar a otros a que escuchen y obedezcan la misma llamada. Esto nos hace acordarnos de Abraham y Sara que hospedaban ángeles y fueron recompensados con el hijo prometido que había de perpetuar más tarde su linaje conocido como los hijos de Israel. Piensa uno en Ana y su fervorosa conversación con Dios en el templo; en el niño Samuel que ella dio a luz más tarde y en la obediencia de éste cuando Dios lo llamó, respondiendo él: “Habla, que tu siervo escucha” (I Samuel 3:10). Recuerda uno como Elias resucitó al hijo de la viuda y la declaración llena de gratitud que ella profirió (I Reyes 17:24): “¡Ahora con esto acabo de conocer que tú eres varón de Dios, y que en tu boca la palabra de Jehová es la verdad!”

¿Qué habilitaba a estos hijos de los hombres para probar la presencia de Dios y Su gobierno en los diarios asuntos de ellos? ¿Era algo que los distinguía y hacía diferentes de los otros mortales? No, todos tenemos la misma capacidad e iguales posibilidades. La única diferencia está en que esos pensadores estaban conscientemente atentos a la voz de Dios y aceptaban la Palabra que advenía a su pensamiento como guía divina.

Nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, había leído y meditado las Sagradas Escrituras desde niña hasta que le advino la gran revelación de que Dios está siempre presente, al sanar ella en 1866. A lo cual siguieron aquellos años espiritualmente iluminados de su estudio bíblico que le reveló la Ciencia de su curación dando por resultado el libro de texto que ella escribió, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras.” Los sucesos subsecuentes fueron el establecimiento de la Iglesia Científica de Cristo, la fundación de La Sociedad Editora de la Christian Science y la formación evolutivamente gradual del Manual de La Iglesia Madre, y una por una vinieron a ser y quedaron ya los organismos o agencias protectivas. ¡Cuán fielmente y de todo corazón Mrs. Eddy había estado atenta a la voz de Dios antes de dar cada paso humanamente necesario o emprender alguna actividad que se concernía con su Iglesia!

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