Los que hemos experimentado las bendiciones de la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”., que hemos sanado, recibido consuelo e inspiración, nos preguntamos a veces cómo es que los otros no aceptan más fácil y prontamente de lo que se muestran dispuestos tan grande bien que tienen a su disposición mediante el estudio y la práctica de esta Ciencia. Nos parece claro y llano que nadie vacilaría en volverse sin reservas al Amor divino en busca de curación e inspiración si se percatara de la asequibilidad siempre presente de la bondad de Dios según la revela la Christian Science.
Nada más natural que se nos ocurra preguntarnos: ¿Qué podemos hacer para que este bien tan grande que ha venido a nuestra vida de Científicos Cristianos esté al alcance de un número mayor de nuestros semejantes? En primer lugar, cada uno de nosotros debe estar dispuesto individualmente a ensanchar su horizonte compartiendo más liberalmente con los demás las bendiciones de su religión. Cristo Jesús ilustró gráficamente la importancia de la verdadera urbanidad hacia nuestros semejantes en su parábola del Buen Samaritano, que atendió a lo que necesitaba un viajero que estaba herido, después de haberlo visto un sacerdote y luego un levita que pasaron por donde se hallaba el herido y siguieron en su jornada sin detenerse. El Buen Samaritano que lo atendió amorosamente, “vino cerca de él,” se le acercó (Lucas 10:33), y lo socorrió en forma que el necesitado pudiera darse cuenta de ello.
Jesús reveló a todos, con su propio ejemplo incomparable, el poder del Cristo, la Verdad. El se mezclaba entre los humildes y con la gente baja, y hasta comía con “publicanos y pecadores” (Mateo 9:10). Les dió instrucciones a sus discípulos para que fueran por todo el mundo y predicaran el evangelio del Cristianismo a toda la humanidad.
Nuestra Guía, Mary Baker Eddy, nos recuerda que hay en el mundo millones de personas de mente sin prejuicios listas y en espera del bien que ofrece la Christian Science. Y nos dice en el libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 570): “Dadles un vaso de agua fría en nombre de Cristo, sin temer jamás las consecuencias.” No pudo ella habernos dado instrucciones más definitivas. No sólo nos ordena que compartamos nuestras bendiciones con los peregrinos sedientos y cansados en el desierto de la experiencia humana, sino que nos dice también que nunca temamos las consecuencias. Es evidente que ella sabía que podíamos darles el mensaje de su magno descubrimiento, sin riesgo para nosotros, a los de corazón receptivo, sin temor a la crítica, ni a los malos pensamientos de los que no parezcan estar listos para recibirlo.
Nosotros sabemos por experiencia, como Científicos Cristianos, lo que significaba para nosotros leer por primera vez nuestro libro de texto. Luego no vacilemos en proporcionar a algún amigo o vecino un ejemplar de Ciencia y Salud. Aun cuando no siempre parezcan receptivos, lo amigable de nuestra oferta ha de bendecirlos. A menudo, alguien que al principio era un severo crítico de la Christian Science o de nuestra Guía se vuelve un estudiante sincero después de leer el libro de texto. Nadie criticaría a Mrs. Eddy o a su descubrimiento si no fuera por la falsa opinión o los conceptos erróneos que tenga respecto a sus enseñanzas.
Las críticas contra alguna causa digna de acogida suelen dar por resultado llamar a ella la atención de los que ya estén listos para prestar oído a lo que tenga que decir la parte contraria. En el último capítulo del libro de los Hechos de los Apóstoles se nos habla de unos que indagaban diciéndole a Pablo (28: 22): “Deseamos oír de tu parte lo que piensas; porque respecto de esta secta, nos es sabido que en todas partes se habla en contra de ella.” Mrs. Eddy comprendía que las críticas contra la Christian Science ofrecen una oportunidad, pues nos dice que los ataques han de continuar hasta que dejen de bendecir. Pero por supuesto que esto no quiere decir que hay que pasar por alto las críticas y los conceptos erróneos. Con frecuencia son tales que es preciso contestarlos.
Mrs. Eddy estableció varios medios de divulgar información y corregir las falsas impresiones que tenga el público de la Christian Science. Estos incluyen los servicios religiosos dominicales y las reuniones de testimonios, nuestras Escuelas Dominicales, Salas de Lectura, conferencias y la literatura autorizada. Y preveía además nuestra Guía que se necesitaran otros métodos para que siguiera progresando nuestra Causa y para su defensa, pues prescribió en el Manual de La Iglesia Madre (Art. I, Sección 6) que el Comité de Publicación podría utilizar otros medios adicionales de comunicación a efecto de llevar a cabo su actividad.
El advenimiento de la radio y la televisión trajo consigo la oportunidad de allegarnos a millones de los que forman el público en general llevándoles información correcta acerca de las enseñanzas y la práctica de nuestra religión. La prueba más convincente que puede ofrecer la Christian Science del valor de sus enseñanzas es la curación. Repetidas veces se refiere nuestra Guía a la importancia de pruebas reales. Los relatos que en nuestros programas de radio y televisión ofrecen los que han experimentado las curaciones dan abundante evidencia de las bendiciones que la Christian Science le proporciona a la humanidad ofreciendo al mismo tiempo una oportunidad de corregir una amplia diversidad de conceptos erróneos que con respecto a esta Ciencia encuentran cabida en el pensamiento del público.
Mrs. Eddy declaró que si los Científicos Cristianos permanecen fieles a las enseñanzas de su religión y demuestran sus verdades, se beneficiará mucho la humanidad en el siglo veinte. Que todas las iglesias cristianas de los Estados Unidos y algunas en el extranjero se aproximarían a la comprensión de la Christian Science lo suficiente para curar enfermos en el nombre de Cristo. Esforcemos fielmente pues por obedecer la admonición que nos hace Jesús (Mateo 5:16): “Resplandezca vuestra luz delante de los hombres; de modo que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Bien haríamos en meditar sobre la siguiente declaración de nuestra Guía, con relación al objeto misionero de todas nuestras actividades (No y Sí, pág. 3): “Qué cosa tan buena y tan agradable es buscar no tanto tu propio bien como el ajeno, sembrar por el camino para el caminante fatigado y confiar que el Amor recompense tu amor.” Esforcémonos por acercarnos a donde están,— el enfermo, el pecador, el discorde, el crítico — y ofrezcámosles el pan de la Verdad, el Consolador prometido que enaltece, ilustra y cura.
Nosotros todos, con rostro descubierto, mirando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma semejanza, de gloria en gloria, así como por el Espíritu del Señor.— II Corintios 3:18.
