“El hombre tiene un noble destino; y el significado pleno de este destino ya le ha amanecido al abrumado por la enfermedad y al esclavizado por el pecado,” declara nuestra inspirada Guía, Mary Baker Eddy, en la página 46 de “No y Sí.”
La palabra destino significa aquello hacia que vamos y también aquello en que nos ocupamos habitual o profesionalmente, o lo que se nos tiene reservado. Lo único que se nos puede tener reservado es la expresión perfecta de Dios. El único objeto de nuestro destino es glorificar a Dios. Cumplir nuestro destino es, en primer lugar, conocer y comprender a Dios, llevar a cabo Su voluntad en cuanto la percibamos,. sí, seguir Su plan en Verdad y Amor.
Cristo Jesús, nuestro Ejemplificador del camino, cumplió su destino dondequiera que estaba e hiciera lo que hiciere. Dijo él (Juan 18:37): “Yo para esto nací, y a este intento vine al mundo, para dar testimonio de la verdad.”
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