Habiéndome servido de mucho los testimonios que he leído en nuestras publicaciones periódicas y los que he oído en las reuniones testimoniales de los miércoles de las Iglesias Científicas de Cristo, quiero expresar mi gratitud por haber sido guiado a la Christian Science. Nunca me había imaginado que me pasara eso, en primer lugar por ser yo un médico, y en segundo lugar porque estaba más o menos satisfecho con la filosofía como una especie de religión.
Todo iba bien conmigo en realidad hasta que contraje artritis. Un día vino a verme un paciente en un estado que, según la opinión de los médicos, suele requerir por regla general un período considerable de tiempo para curarse. Después de darle mi primer tratamiento le dije al paciente que volviera dentro de dos o tres días. Volvió al día siguiente, ya sano. En respuesta a mis preguntas, me dijo que el día anterior, en vista de que su estado empeoraba, dolorosamente, un amigo lo había inducido a que fuera a ver a un practicista de la Christian Science. Y he ahí ante mis ojos el resultado: una curación completa literalmente de la noche a la mañana.
Eso me impresionó, pero me dejó resuelto a echar al olvido ese incidente hasta algún tiempo después cuando mi señora trajo a colación ese caso instándome a que fuera a ver al practicista para que atendiera a mi propio estado patológico. Y fui por mera curiosidad, mas no sin ciertas reservas de mi parte.
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