La Christian Science rechaza el cuadro material de la creación como falso concepto del universo perfecto y único, creado por el Dios que es Espíritu. Esta Ciencia revela que el universo verdadero es invisible a los sentidos corporales o físicos. Incluye únicamente ideas espirituales — todas las ideas de Dios — gobernadas y mantenidas por toda la eternidad por el creador perfecto y siempre presente, que es el Amor divino.
Describiendo el universo tal como se le revela al hombre individualmente, dice Mary Baker Eddy en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 513): “Los progresivos pasos espirituales en el prolífico universo de la Mente conducen hacia esferas espirituales y seres sublimes. Para el sentido material este universo divino es nebuloso y lejano, gris en los tonos sombríos del crepúsculo; pero al punto el velo se levanta, y la escena se llena de luz.”
“El prolífico universo de la Mente.” “Esferas espirituales y seres sublimes.” ¡Qué inmensidad y qué gloriosa actividad y éxito en este gran universo del Espíritu! No es una creación lejana sino siempre presente. Sólo a la consciencia anochecidamente ignorante le parece lejana y ensombrecida, material y deforme.
El universo de esferas espirituales y de ideas perfectas es bueno, indestructible, inalterable y eterno. Los videntes espirituales han visto su permanencia y sus glorias a través de los siglos. Después de indicar la naturaleza mortal y pasajera de lo material, el profeta Isaías descorre el velo tendido ante el universo perfecto del Espíritu y declara (40:26): “¡Levantad hacia arriba vuestros ojos, y ved! ¿Quién creó aquellos cuerpos celestes? ¿quién saca por cuenta su hueste? A todos ellos los llama por sus nombres; a causa de la grandeza de sus fuerzas y la pujanza de su poder, no deja de presentarse ni uno de ellos.”
Jesús probó la presencia y asequibilidad de este universo espiritual. ¿Cómo? Con sus potentes obras, en las que echó a un lado las leyes de la ciencia material, la teología y la medicina. El curó a los enfermos y a los pecadores, resucitó a los muertos y reveló el reino de los cielos aquí a la mano mediante su claro reconocimiento de la ley superior del Espíritu — la Christian Science. Y también nosotros podemos probar la presencia del universo perfecto negando la evidencia de los sentidos materiales, rechazándola y reemplazándola con las ideas espirituales del ser.
El Científico Cristiano comprende también la importancia de guardar la ley moral, los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas y los mandatos de Jesús, como pasos que dar en el progreso espiritual y en la percepción del universo del Espíritu. Expresando las cualidades de Dios en su experiencia diaria y fijando de continuo su pensamiento en las verdades de la Christian Science, el que eso haga se identifica con el reino puro del Espíritu y disfruta de sus bendiciones actuales.
¿Qué tan práctica en la experiencia humana es esta comprensión del eterno universo “de esferas espirituales y seres sublimes?” Abarca todo en el progreso humano. Elimina las plagas que produce la mente mortal y realmente hace que el desierto de la carencia mental, moral y física florezca como la rosa.
En “el prolífico universo de la Mente” todo objeto, desde el mínimo hasta el máximo, tiene una misión perfecta que desempeñar. Ni uno solo puede estar fuera de su puesto, perderse mal gobernado ni pasado por alto u olvidado, por ser siempre el objeto del tierno amor de Dios y de Su cuidado. En este universo no hay solitarios, aislados ni desechados porque no se les quiera. Cada idea vive por autoridad divina, y es un representante perfecto del creador perfecto. Saber y mantener estas verdades trae orden y buena voluntad a los asuntos humanos, y establece la cooperación entre los hombres y las naciones.
“El prolífico universo de la Mente” no tiene principio ni fin. Cada idea es coexistente y coeterna con Dios. En este universo nunca hay ni un nacimiento ni una muerte ni un accidente. El Amor divino lo mantiene todo en armonía perfecta y bondad en desenvolvimiento perenne. La sincera aceptación de estas verdades destruye los dolores de lo material y el temor de la muerte, elimina las incertidumbres de la transportación y establece provechosas relaciones ininterrumpidas en la experiencia humana.
Declara Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 209): “La Mente, suprema sobre todas sus formaciones y gobernándolas a todas, es el sol central de sus propios sistemas de ideas, la vida y luz de toda su propia vasta creación; y el hombre es tributario a la Mente divina.” Cuán reconfortante e inspirador es saber que la individualidad e identidad de toda idea en “el prolífico universo de la Mente,” las conoce por siempre el creador y las mantiene en su perfección y gloria para que alaben a Dios y reflejen Su bondad.
“El prolífico universo de la Mente” es un universo en actividad eterna. Ni una sola de sus ideas deja de expresar jamás la actividad con bien definido propósito, expansivamente calmante y edificante del Espíritu. El movimiento de estas ideas no es como el de los mortales, de un lugar a otro, sino que es la actividad de las cualidades de Dios, bendiciendo a todos. El universo de Dios es un universo fructífero en el que los vastos recursos, la habilidad y las facultades de la Mente están siempre en acción y asequibles para todos. El reconocimiento de estas verdades y sistemática adhesión a ellas es un gran poder leudativo y transformador hoy en el mundo.
La actividad de la Mente divina elimina las creencias de la estupidez, dejadez o negligencia, esterilidad y estancamiento. Acalla las tormentas de los sentidos mortales y ata las supuestas fuerzas destructivas de la naturaleza. Disipa la depresión y el agotamiento. Esta actividad de la Mente que expresa Cristo acaba con la constante guerra que ha cautivado a la humanidad por siglos. Expone la nulidad e irrealidad del temor, la ignorancia y el pecado que, en creencia, causan todos los males del género humano.
El universo de la Mente está bien equilibrado. Sus ideas nunca están en conflicto unas con otras. Nunca pierden su equilibrio. No hay inadecuacias ni deficiencias mentales ni anormales extremos entre las ideas del Espíritu. Saber que el universo de Dios está ecuánimente asentado en la Mente trae a la experiencia humana la habilidad mental para estar firme y seguro entre las perturbaciones y el caos de la tierra y capacita a uno para exclamar con certeza confiada y buen efecto a todas las tormentas de los sentidos mortales: “Haya paz.”
La salvación individual y universal y una coexistencia pacífica vendrán a la humanidad cuando los conceptos puros del universo prolífico de las ideas espirituales de Dios desplazcan y reemplazcan las desordenadas creencias materiales de la mente mortal. Dice Mrs. Eddy en Ciencia y Salud (pág. 264): “Cuando aprendamos el camino en la Christian Science y reconozcamos el ser espiritual del hombre, veremos y entenderemos la creación de Dios, — todas las glorias de la tierra y del cielo y del hombre.”
