La fuerza atómica, según se le concibe materialmente, fulmina tan recio y tan de cerca en los asuntos de todos los hombres y naciones, que el temor de ella bien puede hacer que se enmiende el pensamiento humano. Tan benéfica enmienda podría resultar en claro triunfo sobre la renuencia de la humanidad a dejar lo material por lo espiritual.
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