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El peligro de las abstracciones

Del número de julio de 1957 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Amor divino vivido es la senda real que lleva a la salud, a la felicidad y al éxito. Sabiendo esto, Cristo Jesús trajo al mundo un sistema científico y demostrable de obras cristianas que daban vida y substancia a sus bellas palabras de consuelo. Con Jesús, las palabras y las obras se unían indisolublemente y así continuaron por unos tres siglos después de su ascención. La falsa teología perdió de vista esta unión mediante la adoración de la persona de Jesús, y la Cristiandad continuó en una semiobscuridad hasta que advino la Christian Science. Esta revelación de la Verdad que es Cristo muestra a la humanidad que Dios es la única causa o creador, y que el hombre, la idea de Dios, es completamente espiritual, completo y perfecto.

Sin embargo, Mary Baker Eddy aclara perfectamente en todos sus escritos que las obras cristianas siempre deben acompañar a la letra de la Christian Science. Dice ella en la página 113 del libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras:” “Hoy en día la letra de la Ciencia llega abundantemente a la humanidad, pero su espíritu viene sólo poco a poco. La parte vital, el corazón y el alma de la Christian Science, es el Amor. Sin el Amor, la letra no es sino el cuerpo muerto de la Ciencia,— sin pulso, frío, inanimado.”

Los que estudian este Cristianismo científico tan viejo como siempre nuevo, aman leer y escuchar las declaraciones absolutas de la verdad respecto a Dios, el hombre y el universo que su Guía le ha dado al mundo. Mrs. Eddy sabía que conocer y concordar inteligentement con estas claras verdades espirituales es sólo el primer paso en la demostración de su revelación. Ella nos advierte que hay que vivir y poner en práctica estas verdades en nuestra experiencia diaria para que sean eficaces. Lo que experimentó una estudiante de la Christian Science según el relato que sigue es un caso a este respecto.

Una señora que padecía cierta grave postración física no lograba sanar a pesar de los esfuerzos que honradamente hacían varios practicistas de experiencia por curarla. Como no podía trabajar, su falta de recursos era un problema adicional. Un día que se ocupaba como de costumbre a escudriñar sólo declaraciones absolutas en los escritos de Mrs. Eddy, le atrajo su atención la declaración arriba citada que hace Mrs. Eddy. Las palabras: “La parte vital, el corazón y el alma de la Christian Science, es el Amor,” nunca habían valido tanto para ella como en ese momento. Vió ella que las declaraciones absolutas tendrían que adquirir vitalidad, cuerpo y substancia en el diario vivir antes de que pudieran ser eficaces en su experiencia humana. En breve retrospección ella se dió cuenta de que se había ensimismado tanto en su estudio y su amor de la letra de la Ciencia que se había retirado del mundo, especialmente de sus parientes y amigos.

Con su corazón repleto de arrepentimiento y un gran deseo de expresar la ternura y la benignidad del Amor divino, perdió de vista su enfermedad. Poco después pudo ella reanudar su trabajo volviendo a su empleo que exigía tanto vigilancia mental como esfuerzo físico, hallándose capaz de suplir ambas cosas. Se esforzó con fidelidad por demostrar la habilidad que Dios le concedía para manifestar tierno afecto humanamente, en sus faenas habituales. En pocas semanas le vino su curación completa ya, y con ella una disposición más humilde y amorosa.

Jesús anduvo por las carreteras del concepto humano de su universo haciendo prácticas las verdades espirituales, respondiendo a la necesidad de su prójimo y hablando el lenguaje de sus semejantes. Curó al leproso que gritó implorando quedar limpio; permitió que María Magdalena le lavara los piés con purificantes lágrimas de arrepentimiento; le devolvió la vida al hijo de la viuda y alimentó a los cinco mil cuando necesitaban nutrirse. Nunca dejó de atender al grito de los humanos que clamaban pidiendo los libertara del cautiverio de los falsos sentidos materiales. Dice nuestra Guía (Ciencia y Salud, pág. 25): “La divinidad del Cristo se manifestó en la humanidad de Jesús.”

Los estudiantes de la Christian Science que únicamente escudriñan las declaraciones absolutas de Mrs. Eddy sobre la Verdad desentendiéndose de sus correlativas que dan énfasis a la demanda de la Ciencia — la necesidad de que los que estudian aporten hechos absolutos en obras cristianas — se prestan a una influencia falsa.

El apóstol Pablo se hallaba ante una situación algo análoga en la iglesia recién fundada en Corinto, y dijo a los corintios en una de sus epístolas (II Corintios 3:5 y 6): “No que seamos de nosotros mismos suficientes para reputar cosa alguna como procedente de nosotros mismos; sino que nuestra suficiencia es de Dios: el cual también nos ha hecho suficientes para ser ministros del nuevo pacto; no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu da vida.”

Las enseñanzas de la Christian Science que Dios ha inspirado no piden a sus adherentes que se desentiendan del universo material; lo que hacen es espiritualizar sus mentes y sus corazones talmente que puedan contemplar el universo del Espíritu donde el falso universo material pretende estar. Este punto de vista o modo de ver correctamente demuestra el dominio que el hombre tiene sobre toda la tierra. Enseña esta Ciencia que en el ejercicio de este procedimiento que clarifica la vista, o sea que nos hace así nacer espiritualmente, nuestro trabajo es siempre edificante. Lo que de útil o provechoso nos rodea hay que verlo como evidencia de que el Amor responde a nuestra necesidad actual. Sabiéndolo, nos gozamos en cumplir con nuestras obligaciones humanas; y nunca tenemos que abandonarlas porque puedan estorbar nuestro progreso espiritual o porque ya las hayamos superado. Vemos que en realidad no hay universo material puesto que todo manifiesta a Dios, pero que hay que elevar y purificar los humanos conceptos hasta que los conceptos espirituales los reemplazcan.

Ese bien equilibrado modo de pensar y de obrar trae consigo al estudiante una impresión consciente de vida gozosa y de bienestar ex-huberante que da por resultado satisfacción y éxito, allí donde esté. Lo cual prueba a la vez la irrealidad e impotencia de las cohibiciones y frustraciones que producen los erróneos conceptos que de Dios y del hombre imparte la mente mortal. De esa manera el estudiante queda habilitado para presentar al mundo una norma de vida bien ordenada e inspirada. Dice Mrs. Eddy en la página 367 del libro de texto: “Un Científico Cristiano ocupa en esta época el lugar del cual Jesús hablaba a sus discípulos, cuando dijo: ‘Vosotros sois la sal de la tierra.’ ‘Vosotros sois la luz del mundo. Una cuidad asentada sobre una montaña no se puede esconder.’ Vigilemos, trabajemos y oremos, pues, para que esta sal no pierda su sabor y esta luz no esté escondida, sino que irradie y resplandezca hasta alcanzar la culminación de su gloria.”

A todos los que estudian la Christian Science se les enseña y en cierto grado entienden, que el hombre creado por Dios no tiene que ser redimido ni necesita curación; pero el Científico Cristiano individual se esfuerza por demostrar el valor práctico de esa verdad absoluta en una actitud amorosa y eficazmente útil hacia sus semejantes. Declarar que no hay mortales que sepan o hagan algo y luego o al mismo tiempo dejar de llevar una vida de amor, puede que resulte en que quien eso haga acabe por aislarse con frialdad e indiferencia de cuanto sea o contribuya al bienestar de la humanidad. Tal actitud tendría, si no se corrige, que anular la misión de Jesús y el objeto de la Christian Science, que es el de restituir en la era actual el Cristianismo primitivo y su perdido elemento de la curación.

Nuestra sensata Guía emplea muchas veces en todo lo que escribió la palabras esforzaos, trabajad y batallad o luchad. Ella aclara perfectamente que la obra de Dios está acabada y que es perfecta, pero que hay que evangelizar la consciencia de la humanidad antes de que ese hecho absoluto se evidencie en los asuntos de la humanidad. Hacer caso omiso de enfrentarse individualmente con las falsas creencias del pecado es en sí un pecado, y obstruye el crecimiento espiritual.

Una mera forma de religión sin obras cristianas de amor a la humanidad y curación de sus penas y males, fomenta los pecados encubiertos y la sensualidad. El esfuerzo vano del error que trata de destruir el pensamiento en flor que encierra la Christian Science, nunca logrará esconderse en la letra de esta Ciencia, ni podrá destruir ni estorbar el progreso de la Verdad en el mundo, si los estudiantes de la Ciencia permanecen fieles a sus enseñanzas. Su fidelidad mantendrá siempre fresca en sus mentes y en sus corazones la verdad de que el Amor divino, vivido, es el camino real a una vida feliz y abundante.

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