El Amor divino vivido es la senda real que lleva a la salud, a la felicidad y al éxito. Sabiendo esto, Cristo Jesús trajo al mundo un sistema científico y demostrable de obras cristianas que daban vida y substancia a sus bellas palabras de consuelo. Con Jesús, las palabras y las obras se unían indisolublemente y así continuaron por unos tres siglos después de su ascención. La falsa teología perdió de vista esta unión mediante la adoración de la persona de Jesús, y la Cristiandad continuó en una semiobscuridad hasta que advino la Christian Science. Esta revelación de la Verdad que es Cristo muestra a la humanidad que Dios es la única causa o creador, y que el hombre, la idea de Dios, es completamente espiritual, completo y perfecto.
Sin embargo, Mary Baker Eddy aclara perfectamente en todos sus escritos que las obras cristianas siempre deben acompañar a la letra de la Christian Science. Dice ella en la página 113 del libro de texto, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras:” “Hoy en día la letra de la Ciencia llega abundantemente a la humanidad, pero su espíritu viene sólo poco a poco. La parte vital, el corazón y el alma de la Christian Science, es el Amor. Sin el Amor, la letra no es sino el cuerpo muerto de la Ciencia,— sin pulso, frío, inanimado.”
Los que estudian este Cristianismo científico tan viejo como siempre nuevo, aman leer y escuchar las declaraciones absolutas de la verdad respecto a Dios, el hombre y el universo que su Guía le ha dado al mundo. Mrs. Eddy sabía que conocer y concordar inteligentement con estas claras verdades espirituales es sólo el primer paso en la demostración de su revelación. Ella nos advierte que hay que vivir y poner en práctica estas verdades en nuestra experiencia diaria para que sean eficaces. Lo que experimentó una estudiante de la Christian Science según el relato que sigue es un caso a este respecto.
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