Cuando los fariseos le preguntaron a Cristo Jesús cuándo habría de venir el reino de Dios, el Maestro les respondió (Lucas 17:20, 21): “El reino de Dios no viene con manifestación exterior. Ni dirán: ¡Helo aquí! o: ¡Helo allí! porque he aquí que el reino de Dios dentro de vosotros está.” ¡El reino de Dios dentro de nosotros! ¡Qué perspectiva tan retadora y gozosa — la armonía, el gozo, la salud, la abundancia — todo aquello que es verdaderamente bueno, a la mano y demostrable ahora y dentro de nuestra propia consciencia!
Jesús se refería a menudo al reino de Dios. Este reino bendito es un reino interior, un reino de reposo y dominio espirituales, de consagración dentro de lo más secreto de nuestro propio corazón que se aferra firmemente al poder y la presencia del bien. Mary Baker Eddy describe la naturaleza mental del reino de Dios en la siguiente definición de “cielo” (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 587): “La armonía; el reino del Espíritu; gobierno por el Principio divino; espiritualidad; felicidad; la atmósfera del Alma.”
Establecer el reconocimiento y el goce del reino del cielo en la experiencia individual no se consigue en un momento. En la Christian Science aprendemos que el pensamiento humano debe ser despertado espiritualmente, los motivos deben ser purificados y las buenas acciones deben abundar. Nadie necesita diferir en dar estos pasos progresivos. Cuando la crueldad de la mente mortal comienza a reclamar víctimas, nos apresuramos a allegarnos a Dios. ¿Por qué no reclamar y probar el dominio del Amor ahora? La mente mortal no podrá entonces hacer víctimas, y la supremacía del Espíritu será un hecho reconocido y demostrado.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!