Mi primera curación fué la de una postración nerviosa. Esta condición me tenía en un estado de temor tal que me incapacitaba de hacer hasta las cosas más simples que anteriormente eran tan naturales para mí. Cruzar la calle me asustaba, aunque hubiera tan solo poco tráfico; pasar a las personas en la calle me atemorizaba, pues siempre sentía que alguien quería hacerme daño. Me hallaba bajo el cuidado de un médico, el cual me aseguraba que yo no padecía de absolutamente nada, pero que debía abstenerme de afligirme y tener miedo. Sin embargo no me dijo cómo podía llevarlo a cabo. En aquel entonces era bailarina de profesión. Esto implicaba que debía estar delante del público constantemente y requería una completa serenidad y seguridad en mí misma, pero estas dos cualidades tan importantes me habían abandonado completamente. Percibí claramente que sin ellas no podría continuar en la única profesión que me era familiar.
Muchas veces sentía como si estuviese perdiendo el uso de la razón y que a lo mejor hasta trataría de suicidarme, después de momentos así me sentía más temerosa que nunca. Leí muchos libros y artículos sobre psicología y filosofía en busca dé las respuestas para algunos de los desconcertantes problemas de la vida. A pesar de que hallé que algunos eran interesantes, ninguno de ellos me ayudó en realidad.
Junto con la condición nerviosa se me presentó un problema físico muy penoso. A medida que pasaban los meses y al ver que ni la condición física ni la mental mejoraban, me di cuenta poco a poco que si algún día recobraba nuevamente la salud esta vendría por otros medios y no los humanos. Oré sinceramente por la primera vez en muchos años, y varias semanas más tarde una amiga me trajo una conferencia de la Christian Science que había sido publicada en un diario local. El conferenciante hablaba de una mujer que había sido sanada de los mismos síntomas que yo estaba manifestando. Después de estudiar la conferencia me sentí segura que yo también podía ser sanada mediante la Christian Science.
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