Mi primera curación fué la de una postración nerviosa. Esta condición me tenía en un estado de temor tal que me incapacitaba de hacer hasta las cosas más simples que anteriormente eran tan naturales para mí. Cruzar la calle me asustaba, aunque hubiera tan solo poco tráfico; pasar a las personas en la calle me atemorizaba, pues siempre sentía que alguien quería hacerme daño. Me hallaba bajo el cuidado de un médico, el cual me aseguraba que yo no padecía de absolutamente nada, pero que debía abstenerme de afligirme y tener miedo. Sin embargo no me dijo cómo podía llevarlo a cabo. En aquel entonces era bailarina de profesión. Esto implicaba que debía estar delante del público constantemente y requería una completa serenidad y seguridad en mí misma, pero estas dos cualidades tan importantes me habían abandonado completamente. Percibí claramente que sin ellas no podría continuar en la única profesión que me era familiar.
Muchas veces sentía como si estuviese perdiendo el uso de la razón y que a lo mejor hasta trataría de suicidarme, después de momentos así me sentía más temerosa que nunca. Leí muchos libros y artículos sobre psicología y filosofía en busca dé las respuestas para algunos de los desconcertantes problemas de la vida. A pesar de que hallé que algunos eran interesantes, ninguno de ellos me ayudó en realidad.
Junto con la condición nerviosa se me presentó un problema físico muy penoso. A medida que pasaban los meses y al ver que ni la condición física ni la mental mejoraban, me di cuenta poco a poco que si algún día recobraba nuevamente la salud esta vendría por otros medios y no los humanos. Oré sinceramente por la primera vez en muchos años, y varias semanas más tarde una amiga me trajo una conferencia de la Christian Science que había sido publicada en un diario local. El conferenciante hablaba de una mujer que había sido sanada de los mismos síntomas que yo estaba manifestando. Después de estudiar la conferencia me sentí segura que yo también podía ser sanada mediante la Christian Science.
Al otro día llamé a una practicista, y después de mi primera visita sentí una profunda sensación de paz cual no había conocido hacía muchos y largos meses. Ella me explicó que la experiencia por la cual parecía estar atravesando era una ilusión y no un hecho de la Vida. Añadió que yo debía nacer de nuevo espiritualmente, pero que este renacimiento sólo podía producirse en mi propia consciencia y que debía reemplazar todos mis pensamientos temerosos y erróneos con la verdad acerca de ellos. Ella me habló mucho de Dios y de Su omnipotencia y en especial de Su gran amor por el hombre, Su imagen y semejanza. Refiriéndose a la Biblia me enseñó lo que había dicho Jesús (Mateo 10:36): “Y los enemigos del hombre serán los de su misma casa,” y me dijo que me mantuviera constantemente alerta para echar fuera a estos enemigos, o pensamientos erróneos, de mi consciencia para impedir que me robasen de mi paz y de mi gozo.
Todo lo que ella me dijo me parecía lógico, así es que me sentía ansiosa de poner en práctica lo que estaba aprendiendo. Este renacimiento no fué fácil, pero yo sabía que la Christian Science era el único camino que me quedaba, y esta conclusión me forzó a permanecer fiel y a perseverar. Estas palabras de Jesús me ayudaron mucho (Juan 8:31, 32): “Si permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” Las dos palabras “si permaneciereis” se presentaban potentes, y bien sabía yo que para recobrar mi salud y libertad debía permanecer firme y constante, no importando cuál fuese el testimonio de los sentidos.
A través del estudio sincero de la Christian Science toda mi vida cambió completamente. Algunos de los cambios que experimenté se manifestaron en la forma de nuevos amigos e intereses y una profesión nueva que necesitaba temporalmente. Más tarde varios de los miembros de mi familia se interesaron por la Christian Science y ahora son miembros de La Iglesia Madre y de una iglesia filial.
Estoy especialmente agradecida por la serenidad que he adquirido. No sólo bailo mucho mejor que antes, pero además lo hago sin temor y sin ansiedad, algo hacia lo cual he trabajado y orado durante largo tiempo. Un párrafo en la página 260, lineas 13 hasta 18, de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy era tan aplicable a esta fase de mi problema que lo repasaba cuidadosamente todos los días. Este párrafo se refiere en parte a las enormes posibilidades reveladas por la Christian Science.
Estoy agradecida por la guía y protección que he recibido en mis asuntos de negocios, por la bendición de un compañerismo comprensivo y por la mayor comprensión de Dios y del hombre como hijo de Dios que he adquirido al tomar el curso de instrucción en una clase primaria de la Christian Science. Estoy sinceramente agradecida por las verdades sanadoras que le fueron reveladas a Mrs. Eddy a través de su pensamiento puro y su gran amor a Dios y al hombre. Tal como tan aptamente lo expresa el himno No. 64 (Himnario de la Christian Science): “Canto: ‘¡He hallado la Verdad!’ ” — Balboa, Zona del Canal.
    