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Instructor y amigo

Del número de octubre de 1958 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cristo Jesus anduvo entre los hombres como su instructor más inspirado y su mejor amigo. Paciente, fiel, afectuosa e incansablemente trabajó para la humanidad. Ningún sacrificio de su parte fué jamás demasiado grande en el cumplimiento de su misión redentora. Su fiel seguidor, Pablo, fué a la vez instructor y amigo. Pablo nunca perdió de vista el bienestar de aquellos a quienes había instruido. Mientras establecía las iglesias, se mantuvo en contacto con ellos por correspondencia, por mensajero, o visitándoles nuevamente, alentándoles, exhortándoles, encomendándoles o corrigiéndoles. Hoy el estupendo y al mismo tiempo tierno mensaje del Cristo, la Verdad, viene a la humanidad a través de la magna obra de Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science. Mrs. Eddy también fué ambas cosas, instructora y amiga. Ella estaba siempre alerta a las necesidades de sus seguidores, al mismo tiempo que hacía toda clase de provisiones para su progreso y el crecimiento del movimiento de la Christian Science.

El instructor de la Escuela Dominical de la Christian Science haría bien en seguir los pasos de estos grandes amigos de la humanidad. Cuanto más amor pone el instructor en su trabajo, más efectiva será su instrucción, pues tal como Mrs. Eddy dice en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 113): “La parte vital, el corazón y el alma de la Christian Science, es el Amor.” La instrucción espiritual y la amistad afectuosa van parejas. Es de suma importancia que los niños sepan que ellos tienen en su instructor de la Escuela Dominical un amigo que se halla verdaderamente interesado en ellos y siempre pronto para ayudarles en cualquier situación. El instructor que se familiariza con sus alumnos, se entera de sus esperanzas, sus planes, sus metas y ambiciones, sus pasatiempos y demás, y halla oportunidades especiales para ayudarles a aplicar las lecciones en sus vidas diarias. Muchos instructores tienen por costumbre arribar un cuarto de hora o veinte minutos antes de que comience el servicio para tener la oportunidad de conversar con los niños y así enterarse de lo que les interesa y de sus actividades. Una car tita afectuosa o un llamado por teléfono en alguna ocasión especial puede establecer un lazo de amistad entre el instructor y el hogar del alumno. Y una visita ocasional a una época oportuna a menudo ha dado resultados satisfacientes y duraderos.

Hace algún tiempo una instructora de la Escuela Dominical de una filial de la Iglesia Científica de Cristo, visitó la casa de uno de sus alumnos cuya madre no era Científica Cristiana. Poco después de esta visita la madre comenzó a asistir a los servicios de la iglesia. Luego llamó a la instructora de la Escuela Dominical para que le diera tratamiento según la Christian Science, también compró un ejemplar de Ciencia y Salud y se subscribió a los periódicos de la Christian Science. El alumno tenía un hermano que a un tiempo asistía a la Escuela Dominical pero que se había trocado indiferente hacia la Christian Science habiéndose apartado de ella. Cuando observó el verdadero interés que su madre demostraba por la Christian Science, y vió cuánto había sido ayudada ella por su estudio, se enroló nuevamente en la Escuela Dominical y permaneció en ella hasta la edad de veinte años. Su interés en el estudio y la aplicación de la Christian Science ha continuado.

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