La necesidad de tomar decisiones o el tener que escoger parece que continuamente acosa a los hombres. A veces puede que las decisiones sean triviales; mas puede que hayan decisiones sobre las cuales parecería que depende todo nuestro futuro. Ya sean estas grandes o pequeñas, debe dárseles la misma profunda consideración. El profeta Joel ha indicado hábilmente que existen “¡Multitudes, multitudes, en el Valle de Decisión!” (3:14). Luego, como si estuviera pensando en la importancia de tomar decisiones correctas, continúa diciendo: “Porque cercano está el día de Jehová en el Valle de Decisión.”
Entre las primeras cosas que se pregunta un estudioso de la Christian Science cuando se ve frente a la necesidad de tomar una decisión sabia y prudente, se hallan las siguientes: “¿Estoy apoyándome en el Principio divino, Dios, o estoy aceptando las sugestiones erróneas de la creencia mortal, el deseo personal o la voluntad propia?” Y halla que “cercano está el día de Jehová” cuando basa su razonamiento sobre el hecho que existe sólo una Mente, Dios, y se torna solamente a El para ser guiado.
El Científico Cristiano no habla por lo general de sus planes personales buscando el consejo humano, pues si lo hiciera se vería confundido por las diversas opiniones que lo rendirían menos capaz de oír la voz de Dios. Sabe que la voz de Dios se oye sólo en la quietud de un corazón que escucha. Cuando los sentidos materiales han sido acallados, la inteligencia divina guía, y el Amor divino protege. El Salmista aconsejó (Salmo 46:10): “¡Callad, y sabed que yo soy Dios!”
Aquel que anhela ser guiado hace caso a las palabras de Mary Baker Eddy, quien dice (Poems, pág. 14):
“La colina, di Pastor,
cómo he de escalar;
cómo a Tu rebaño yo
puedo apacentar.”
No permite que la voluntad humana le trace su camino. Comienza con el Principio divino y se esfuerza por adquirir un concepto más claro de lo que es en realidad el Principio. Sabe que Principio, como uno de los nombres para Dios, indica al Ser Supremo omnipotente, la Mente que gobierna, la única causa y creador. Aprende que el Principio divino está presente en todas partes, dirigiendo infaliblemente mediante su ley espiritual perfecta.
Decir que Dios no está relacionado con nuestros planes y decisiones es decir que El se ha apartado de Su creación. A medida que el estudiante se da más cuenta de la naturaleza de Dios y aplica su comprensión de la ley del Principio divino, halla que Dios dirige su camino cuando le sirve a El con obediencia, constancia, paciencia y gratitud.
En “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” Mrs. Eddy dice (pág. 206): “El poder de la voluntad humana debiera ejercerse únicamente en subordinación a la Verdad”; y añade: “Es de la incumbencia del sentido espiritual el gobernar al hombre.” El Científico Cristiano sabe que como hijo de Dios no le falta jamás el sentido espiritual. Jesús dijo, cuando habló del Cristo (Mateo 28:20): “Y he aquí que estoy yo con vosotros siempre, hasta la consumación del siglo.” El sentido espiritual no sólo nos capacita para tomar las decisiones correctas mas nos impide tomar aquellas que son incorrectas.
Si en alguna ocasión el Científico Cristiano, que ha orado sinceramente pidiendo ser guiado, se viera privado de obtener aquello que piensa debiera ser suyo, no debería sentirse desilusionado, mas debiera regocijarse y estar contento. Debería sentirse seguro que el Amor divino está presente para protegerle y que el Padre todo sabiduría no permite que nada intervenga con Su propio plan perfecto para Su hijo amado.
A un estudiante de la Christian Science le fué dada una orden de construir un cierto tipo de maquinaria. Se le suministró una reseña acerca del uso que se haría de la maquinaria, pero no se le sugirió cómo debía construirla. Puso manos a la obra, pero poco fué el progreso que alcanzó. A este punto, decidió poner en práctica lo que había aprendido en la Christian Science. Deseaba probar que el Amor divino, cuando es aceptado y reflejado, posee recursos ilimitados con los cuales hacer frente a cualquier demanda.
En el silencio de la noche tuvo un pensamiento que ya en otra ocasión le había sido útil. Era una declaración de Mrs. Eddy que aparece en Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 347): “Los guardianes de Su presencia van delante de mí.” Con la realización de esta verdad, se dió cuenta que no había nada que fuera imposible.
Al día siguiente trabajó con una sensación más grande de tranquilidad y seguridad. Al poco tiempo la maquinaria había sido acabada llenando su cometido a la perfección, y sobrepasando las más altas expectativas de sus compañeros de trabajo.
Si estamos obedeciendo la voz de la Verdad, los argumentos anticristianos que nos incitarían a tomar una decisión errada son acallados. Escuchemos pues la voz callada y suave de la Verdad y no perdamos de vista la unión o unidad que existe entre Dios y el hombre.
En el orden del desenvolvimiento del propósito de Dios no puede haber injusticia. Dios, que es infinitamente sabio en Sus dádivas, no puede bendecir y dañar al mismo tiempo.
El tomar una decisión debería ser una experiencia reposada y consumada en “el retiro del Altísimo” (Salmo 91:1). Y la prueba final de lo correcto de una decisión yace en gran parte en si la decisión nos acercará a Dios o no. Si nuestro deseo sincero es de caminar más cerca de la Verdad y el Amor y servir mejor a Dios, no podremos vernos privados de la dirección y la luz de la Verdad y el Amor.
