Cuando nosotros obedecemos a Dios entera y comprensivamente, no podemos hacer nada que nos pondría en una situación de peligro. El cumplimiento de las leyes de Dios confiere una inmunidad siempre en acción contra el peligro, la enfermedad, la desgracia o el desastre. La Biblia declara (Job 22:21): “Traba amistad con él, te lo ruego, y está en paz con él; que por ello te vendrá el bien.” Pues sí, obtengamos una comprensión espiritual de Dios y entonces los problemas humanos serán solucionados.
La Christian Science ofrece el método por el cual la humanidad puede ser protegida de las discordancias de cualquier naturaleza. Esta protección no significa que no tendremos problemas que resolver, pero que en el grado en que las leyes de Dios sean aplicadas comprensivamente nos veremos librados de la desgracia o el peligro. Será tal cual lo señaló Isaías (43:2): “Cuando pasares por las aguas estaré yo contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando anduvieres por en medio del fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.”
Cuando José fué vendido como esclavo por sus hermanos y llevado a Egypto se vió enfrentado por serios problemas, pero con todo no le ocurrió ningún daño permanente. Estas pruebas sirvieron para prepararlo para la misión de salvar a un pueblo del hambre. José no hizo peligrar su vida y su destino guardando rencor a aquellos que aparentaban tener dominio sobre él. Emergió de todas estas experiencias sin ser tocado por el mal, porque amaba a Dios y confiaba en Su cuidado. Su amor a Dios incluía el amor a sus hermanos y a aquellos que le perseguían. El no hubiera podido ser el benefactor de una nación si hubiese sucumbido al odio y a los celos que sus enemigos le demostraban o si les hubiese correspondido de igual manera.
Establecer nuestra unidad con e inseparabilidad de Dios a pesar de que aparentemente no existen inminentes problemas que solucionar es actuar inteligentemente. Cuando ordenamos nuestras vidas en armonía con Dios, el mal no puede dañarnos, y a medida que pasen los años percibiremos como sí Dios nos hubiese tomado en Sus manos individualmente para protegernos y hacernos prosperar. En realidad la guía y la protección son pruebas de la mano de Dios, pero Su cuidado se manifiesta en nuestra experiencia tan sólo en la medida en que estemos dispuestos a que nuestras vidas armonicen con Dios. Nuestra obediencia a las leyes de Dios nos impiden de cometer errores que podrían obstaculizar nuestro progreso, nos harían peligrar o extinguirían nuestro sentido humano de la vida. Aquel que camina a la luz del día no se ve plagado por la obscuridad de la noche. De manera que en el grado que caminamos en armonía con la ley de Dios del bien, no nos vemos dañados por el mal.
Mary Baker Eddy escribe en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 369): “Las artes profiláctica y terapeútica (esto es, preventiva y curativa) pertenecen enfáticamente a la Christian Science, como se vería fácilmente si la psicología, o la Ciencia del Espíritu, Dios, fuera entendida.” Más y más se está reconociendo que la causa de la enfermedad es mental. La Christian Science no sólo afirma este hecho, pero además asegura que la enfermedad y la discordancia de cualquier especie pueden ser prevenidas y sanadas por la oración y los medios espirituales.
El mejor preventivo contra la enfermedad es conservar las creencias enfermas y las imágenes de la enfermedad fuera de la consciencia. Para lograrlo debemos mantener nuestro pensamiento lleno de los hechos espirituales del ser. Mrs. Eddy dice en Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 229): “Un estado mental calmo y cristiano es un preventivo mejor contra el contagio que una droga o que cualquier otro método sanador posible; y el ‘Amor perfecto’ que ‘echa fuera el temor’ es una defensa segura.”
Siempre tenemos a mano nuestra defensa segura, y no se la halla en un fuerte físico. “Mi defensa es de Dios,” dijo el Salmista (Salmo 7:10). Nuestra defensa es conocer a Dios y vivir de acuerdo a la ley de Dios acerca de la Vida y el Amor. La ley de Dios del bien está siempre a la mano, porque Dios es omnipresente. Su ley benéfica de orden no puede ser vista; pero sí puede sentirse. Es el impulso siempre presente en nuestro pensamiento que nos obliga a ser buenos, sabios y afectuosos. Intuitivamente sabemos que, si obedecemos la ley de la Verdad, nuestras vidas individuales se desarrollarán seguras y armoniosas.
Aquello que alienta a la consciencia humana a que sea buena y haga el bien es Cristo, la Verdad, en acción. Es el poder de Dios siempre presente ordenando nuestras vidas, apartando los obstáculos del camino de nuestra seguridad, progreso, salud, libertad y bienestar. Por lo tanto si uno elije no seguir el llamado de Cristo, la Verdad, su vida parecerá ser una lucha continua. Pero la lucha no es la voluntad de Dios para nadie. Su voluntad en la tierra y en el cielo es el gozo, la sabiduría, el amor eternos. Su voluntad puede ser gozada aquí y ahora en la proporción que obedecemos al Señor nuestro Dios y seguimos a Cristo en el camino. Una dulce inmunidad espera a aquellos que aman a Dios y siguen Su gobierno benéfico.
Mrs. Eddy declara en Ciencia y Salud (pág. 219): “La inmunidad completa contra la creencia en el pecado, el sufrimiento y la muerte tal vez no se pueda alcanzar en esta época; pero podemos esperar una disminución de estos males; y este comienzo científico va bien encaminado.” A causa de la influencia fermentadora de la Verdad, la humanidad ha adelantado mucho en el camino hacia la disminución del mal. Este progreso es evidente cuando se contempla la mejor salud y el bienestar de que goza la gente en general hoy en día, y en el hecho que en los últimos noventa años el lapso de vida de cada individuo ha aumentado considerablemente; y en el desarrollo científico que está venciendo las creencias del tiempo, la distancia, la lucha material y la fatiga.
Si estos son los frutos actuales resultantes de un modo de pensar más semejante a Dios, ¿cuáles serán los resultados que alcanzaremos cuando todos ajustemos nuestras vidas más a fondo anticipando las necesidades aparentes hacia las armonías de las leyes de Dios del bien para todos? ¿Qué es lo que nos previene que hagamos aquello que preservará y hará más armoniosa nuestra vida? Aceptar no sólo momentáneamente, mientras dura la buena disposición, sino continuamente, la ley de Dios, el bien, es nuestra defensa segura, nuestra inmunidad contra el peligro y la desgracia y el camino cierto hacia la victoria final sobre el pecado, la enfermedad y la muerte. Digamos junto con el Salmista (Salmo 59:17): “¡Fortaleza mía, a ti cantaré; porque Dios es mi refugio, mi Dios de misericordia!”
