Durante el transcurso de un día activo, solemos pensar que nuestras obligaciones o circunstancias desfavorables, se han convertido en una carga casi insoportable. Probablemente estemos bajo la impresión de que hemos perdido nuestro sentido de dirección y de progreso ordenado. El hombre de negocios, el ama de casa, el profesional, todos ellos, anhelan a veces tener un respiro, un momento de descanso y de refrigerio espiritual.
Recurriendo a la Biblia encontramos la certeza de que la vara y el cayado del todo amable Padre, Dios, nos sostendrá en toda circunstancia y que Su amor nos guiará de manera segura aun a través de lo que pudieran parecer circunstancias difíciles y adversas. "Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará". Sal. 23:1, 2;
¿Cómo podemos utilizar este poder sostenedor de Dios, el Amor divino, para que nos libere de inquietudes frustratorias y nos sostenga en medio de los problemas apremiantes del diario vivir? Por medio de la oración, por medio de la comunión espiritual con Dios. La oración nos hace recurrir a Dios, por ser nuestro Padre-Madre celestial, y así nos pone en contacto con la fuente divina de todo poder y fortaleza. Una central eléctrica puede producir una gran cantidad de energía, pero, ¿de qué nos sirve este poder si no encontramos un cable para establecer contacto?
La unidad de consciencia que existe entre la Mente y su idea, establece la relación entre Dios y el hombre. Por lo tanto, podemos sentir siempre el poder sostenedor y la presencia del Amor divino al dirigir nuestro pensamiento hacia Dios. Quizás no siempre nos sea posible apartarnos de nuestras actividades regulares y retirarnos a un sitio donde podamos estar libres de interrupciones. Pero siempre podemos interrumpir lo que estamos haciendo en tanto nos preguntamos: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?" Hechos 9:6; De esta manera abrimos nuestro pensamiento para recibir los pensamientos angelicales de Dios, que nos inspiran, iluminan, sostienen y liberan.
La Biblia enseña que Dios creó al hombre a Su propia imagen y semejanza. Así es que el indisoluble lazo de unidad que caracteriza la relación del hombre con Dios está por siempre expresado en la unidad del Principio y su idea, de Dios y Su manifestación infinita.
La Ciencia Cristiana explica que el concepto mortal del hombre, nacido de la carne, no es el hombre de quien Dios es responsable. Dios desconoce tal identidad. Lo que nos hace falta es ver que el sentido de cansancio, tensión y confusión que tan frecuentemente se presenta a los mortales, es una falsa sugestión que procede de la premisa de que existe otra causa y creación aparte de Dios, el Espíritu, y Su manifestación. En esta llamada creación material puede que parezca inevitable que un individuo llegue a los límites de su resistencia y que sucumba a las pesadas cargas que un sentido material de las cosas pueden imponer. El error básico, la mentirosa mente mortal, no tiene medios para impedir estas condiciones desfavorables. La mente material no tiene en sí misma la capacidad para sostener o proteger.
Pero en la Ciencia de la Vida, el hombre es revelado como la compuesta idea de Dios, una unidad de perfección divina, establecida y protegida por Él. El hombre es el reflejo espiritual de Dios, inseparable de la fuente divina de toda inteligencia y verdadera fortaleza. La Mente constantemente nos inspira con motivos puros y cada vez que expresamos un pensamiento bueno y desinteresado somos uno con la Mente y estamos dotados de su poder sostenedor. Cada expresión de alegría, compasión, perdón y amor, de nuestra parte, demuestra nuestra unidad de pensamiento con la Mente divina. Esto muestra cuán cerca de todos nosotros está la fuente divina de fortaleza y protección. Y puesto que la Mente es la única fuerza que gobierna y controla al universo, opera apacible, pero irresistiblemente, por medio de ideas de justicia, sabiduría y amor para establecer armonía, paz y salud en nuestras vidas.
Ningún hombre tuvo jamás una comprensión más clara de la necesidad que tiene la humanidad de las consoladoras y sostenedoras verdades acerca de Dios y Su idea espiritual, el Cristo, que nuestro Maestro, Cristo Jesús. Durante su ministerio de tres años, él demostró el poder sostenedor y la dirección infalible del todo amable Padre, Dios, al sanar al enfermo, al redimir al pecador y al resucitar a los muertos. Ya sea que Jesús caminara con sus discípulos o se sentara a comer con publicanos y pecadores, o se mezclara con la multitud, o anduviera sobre las aguas, o estuviera a solas en el monte, siempre estaba consciente de su unidad con Dios, su Padre, quien, como enseña la Ciencia Cristiana, es el Principio divino, que sostiene al universo, que es Vida y Amor ilimitados. Y en su resurrección Jesús demostró incontestablemente que el poder sostenedor y protector de Dios es accesible al hombre aun en las más deplorables circunstancias.
Por lo tanto no es de sorprenderse que a través de los Evangelios encontremos reseñas de hombres y mujeres que recurrieron al Maestro para ser sanados en momentos difíciles. Leemos sobre Bartimeo, un ciego, que era tan pobre que mendigaba junto al camino. Mucha gente pasaba sin mirarlo. Sin embargo, un día, escuchó el alboroto de una gran multitud que se acercaba y preguntó a uno de los que estaban cerca de él, qué pasaba. Cuando le dijeron que era Jesús de Nazaret el que pasaba, dio voces diciendo: "¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!" Luc. 18:38; Aunque algunos de los que acompañaban a Jesús le increparon para que callara, Bartimeo no dejó que nada estorbara su deseo de comunicarse con el Maestro para acercarse al Cristo sanador.
Entonces ocurrió algo bastante inesperado. Jesús interrumpió su viaje y, con la autoridad que le era tan característica, ordenó que le trajeran al ciego. Preguntó a Bartimeo: "¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que reciba la vista. Jesús le dijo: Recíbela, tu fe te ha salvado. Y luego vio, y le seguía, glorificando a Dios". vers. 41-43; Bartimeo tuvo una vislumbre del amor sostenedor de Dios, y fue sanado.
Mary Baker Eddy, a quien después de fundar la primitiva Iglesia de Cristo, Científico, se le exigió mucho de su tiempo, nunca perdió de vista el poder fortalecedor y enaltecedor de la oración. En su obra Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos), dice: "En medio de cuidados y labores agobiantes, me vuelvo constantemente hacia el Amor divino para que me guíe, así hallo descanso". Y luego añade: "El Amor hace livianas todas las cargas, y confiere una paz que sobrepasa todo entendimiento, y con 'señales que siguen'". Mis., pág. 133;
Cada uno de nosotros puede recurrir a Dios en medio de labores agobiantes, y nunca debemos permitir que las múltiples actividades programadas del día nos impidan comunicarnos, en oración silenciosa, con Dios, la Mente creadora, en busca de fortaleza, inspiración y sabiduría para solucionar nuestros problemas. Mrs. Eddy nos asegura: "Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones". Ciencia y Salud, Pref., pág. vii.