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Triunfo sobre el alcoholismo

Del número de octubre de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un alcohólico le dijo a un amigo: “Mi mente está tan llena de temor, culpa, resentimiento y obstinación que bebo para escapar de ese ‘yo’ que no puedo soportar”.

“Al menos eres sincero contigo mismo”, respondió su amigo. “Y sólo un pensador sincero puede vencer el alcoholismo porque uno tiene que enfrentarse consigo mismo y sus errores si quiere permanecer sobrio”.

Un despertar espiritual le es esencial al alcohólico. Muchos se dan cuenta de este hecho; sin embargo, no saben cómo relacionar las verdades espirituales acerca de Dios y el hombre con su problema del alcohol. La Ciencia Cristiana nos enseña cómo utilizar la omnipotencia omnipresente de Dios, el bien, para devolvernos la dignidad, el valor y la paz de que nos ha privado la bebida. La oración humilde es el método.

Mrs. Eddy explica: “Los pensamientos inexpresados no son desconocidos para la Mente divina. El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios, para que puedan ser modelados y elevados antes de que tomen forma en palabras y en acciones”. Ciencia y Salud, pág. 1;

El deseo sincero de sanar de la maldición del alcoholismo, es oración. Teniendo ese deseo, el alcohólico ya no necesita familiarizarse con palabras para orar bien. Puede regocijarse en la promesa que se halla en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, que dice: “El mal que prevalece en los sentidos corporales, pero que el corazón condena, carece de fundamento”. pág. 448; Por cierto que estas palabras les traen esperanza a todos aquellos que quieran vencer el hábito de la bebida. Les muestra que su deseo sincero tendrá su recompensa, por muy arraigado que esté el vicio.

Todos los esfuerzos que haga el bebedor por reformarse, están apoyados por las fuerzas de Dios, el bien, las únicas fuerzas que en realidad existen. Esto le muestra que el poder para lograr su meta no depende del débil y erróneo sentido mortal del yo, que tan a menudo fracasa, sino que depende de la perfección de Dios que es suficiente para toda tarea que se emprenda.

El libro Basic Text for Alcoholics Anonymous (Texto básico para Alcohólicos Anónimos), dice (pág. 62): “El alcohólico es el ejemplo extremo del desenfreno de la obstinación”. Dominamos la obstinación cuando, en humildad, nos sometemos al Padre, Dios, y oramos como Jesús lo hizo: “No se haga mi voluntad, sino la tuya”. Luc. 22:42.

En la parábola de Cristo Jesús, del hijo pródigo, el padre, que representa a Dios, está ansioso por perdonar al hijo arrepentido y devolverle su plena dignidad. El parentesco espiritual y verdadero del hombre con Dios es siempre el de un hijo perfecto con el de un Padre bondadoso. Debido a que el Padre es perfecto, Su semejanza tiene que reflejar la misma perfección. Podemos probar que el hijo no puede ser privado de su dignidad, porque la dignidad es una cualidad primordial del hombre, el reflejo de Dios.

Dios nos infunde ánimo tan positivamente como nos da Su amor. Por ser el Amor divino infinito y omnipotente, las fuerzas del materialismo, o mal, que incitan al bebedor, son irreales e incapaces de oponerse al Amor. La comprensión de este hecho, echa fuera el temor y provee un manantial inagotable de amor del cual el bebedor puede sacar la fortaleza para vencer el apremio de beber.

Un alcohólico encontró el camino de completa liberación despúes que su vida había sido arruinada por el alcohol. Había perdido su familia, su trabajo y su dignidad. En un esfuerzo desesperado recurrió a una organización dedicada a la rehabilitación de los que sufren de este vicio. Durante doce años estuvo entrando y saliendo de este grupo sin lograr permanecer sobrio.

Finalmente, de todo corazón se dio a la difícil tarea de volver sobre sus pasos para llevar una vida normal. Muy pronto, sin embargo, la necesidad que sintió de crecer espiritualmente provocó preguntas perturbadoras que no podía contestarse. ¿Quién era y dónde estaba ese Dios a quien tenía que recurrir? ¿Cómo podía encontrar el ánimo espiritual que tanto necesitaba para rehabilitar su vida?

Un día este hombre paró en un motel y encontró en un portarevistas literatura de la Ciencia Cristiana. Se llevó a su pieza un ejemplar del The Christian Science Journal y comenzó a leerlo. Aquí encontró cómo hacer lo que el programa de rehabilitación decía que tenía que hacerse. El estudio continuo de Ciencia Cristiana le enseñó cómo mantener cada paso de progreso que iba dando. Este hombre está ahora muy activo ayudando a otros alcohólicos a rehabilitar sus vidas. Ocupado en muchos aspectos del trabajo de su iglesia filial, ha reforzado su comprensión de su religión al tomar instrucción en clase.

El vicio de la bebida no se interrumpe apretando un botón. Con la mayoría de los alcohólicos es una condición que se ha ido intensificando con el correr de los años. Si se encontrara un remedio material que pudiera aliviarlos de todos los problemas que resultan del alcohol, quizás no se quedaría sobrio ni veinticuatro horas porque sabría dónde estaba el botón que le podía franquear fácilmente la salida.

Si bien el reconocimiento de la presencia y poder de Dios puede devolvernos inmediata y permanentemente nuestra sobriedad, muchos de los que han vencido el problema del alcoholismo por medio de la Ciencia Cristiana han tenido un duro ascenso para salir del pozo de la desesperación. El recuerdo de que tuvieron que hacer un gran esfuerzo y armarse de gran valor para salir del pozo, los ayuda a no reincidir en momentos de tentación. Y lo más importante es, que nadie que haya permanecido sobrio en un mundo iluminado por la belleza, alegría y paz de Dios, desearía realmente volver a las tinieblas de la embriaguez.

La Ciencia Cristiana no nos sana para que volvamos a beber. Esta religión nos despierta espiritualmente a nuestra innata perfección y satisfacción como la imagen, la expresión de la Mente, o Amor divino. Este despertar puede sanar todo deseo de tomar bebidas alcohólicas.

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