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Venciendo el dolor

Del número de octubre de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La persona que sufre algún dolor necesita algo más que palabras compasivas. Necesita algo más que la libertad temporaria que prometen las drogas. Necesita alivio del sufrimiento; necesita la Ciencia Cristiana.

La Ciencia Cristiana cura eficaz y permanentemente. Está enseñándole a la humanidad el camino de la armonía y la salud, a la manera del Cristo.

El ministerio de Cristo Jesús se destacó por la curación. Él sanó a la gente por medios espirituales solamente. En sus horas de aflicción mas dolorosas, confió en Dios totalmente, rechazando toda ayuda terrenal, y obtuvo la victoria de la resurrección y ascensión demostrando la verdad eterna de la inmortalidad. Él demostró que aun las dificultades humanas más severas no pueden exceder o eludir la amplitud de las compasivas misericordias de Dios. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras Mrs. Eddy señala: “La Verdad, la Vida y el Amor divinos le daban a Jesús poder sobre el pecado, la enfermedad y la muerte. Su misión fue revelar la Ciencia del ser celestial, probar lo que Dios es, y lo que Él hace por el hombre”. Ciencia y Salud, pág. 26;

Cuando fijamos nuestra meta más allá de la materia y dirigimos nuestros pasos hacia el Espíritu, nos unimos a la misma infalible fortaleza divina que sostuvo al Maestro. La victoria y el regocijo coronan la misión de los que vencen las limitaciones de la mortalidad tomando la cruz diaria de la autodisciplina espiritual.

Jesús, nuestro gran Maestro, profetizó, oró y prometió que Dios enviaría a un Consolador para ayudarnos. Su profecía se ha cumplido, su oración halló respuesta y su promesa ha venido a ser verdadera en la Ciencia Cristiana. La Ciencia Cristiana nos enseña cómo podemos morar nosotros también en la armonía celestial de la comprensión espiritual aun cuando la discordancia y el sufrimiento parecieran prevalecer. Demuestra que nada puede confundir, desalentar, o vencer al Cristo, la Verdad.

Tan compasivamente como una madre bondadosa despertaría a su niño de una pesadilla, tan serenamente como un matemático corregiría un error de cálculo, la Ciencia Cristiana sana al enfermo. Enseña que Dios, el bien infinito, el único creador, constituye la realidad eterna. Prueba que la creación espiritual, perfecta y totalmente buena de Dios, que incluye toda individualidad verdadera, es incapaz de conocer o ser el mal.

Como Dios, la omnisapiente Mente divina, ni conoce ni crea el mal, no existe nada en Su creación que haga mal, nada que deba ser castigado o destruido. Por lo tanto, aunque algunos consideren el dolor como un castigo o una penalidad, es evidente que en el absolutamente perfecto universo de Dios el dolor es imposible.

En la Verdad, la Vida y el Amor — en Dios, que es Todo-en-todo — no hay error. Por lo tanto, no puede haber desarmonía ni dolor en el hombre, la creación amada de Dios. Toda individualidad verdadera es espiritual, pura, y eterna, no material y mortal. Por lo tanto la salud y la armonía son una posibilidad presente para todos nosotros.

La verdad sanadora explicada en la Ciencia Cristiana nos capacita para ver que Dios, la Mente infinita, es conocible y omnisciente. Conforme a nuestra obediencia, esmero, y fidelidad en el estudio y práctica de la Ciencia Cristiana, podemos poner en práctica y demostrar las leyes divinas de la Verdad, la Vida, y el Amor, enseñadas y puestas en práctica por Jesús.

En la proporción en que reconozcamos que el sufrimiento no es un síntoma de algo real sino más bien un agudo pero falso sentido de vida en la materia, que no puede ser ni causa ni efecto verdaderos, tendremos dominio sobre el dolor. En realidad, en vez de ser la supuesta corporalidad delineada por el testimonio engañoso del sentido material, todo ser verdadero es la expresión perfecta, espiritual, impecable, indolora, de la Vida divina. Cristo Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10; Podemos aspirar a ser liberados del dolor a medida que superemos la creencia mortal en él y nos aferremos a la realidad del ser como la expresión del Espíritu todo armonioso.

El tratamiento de la Ciencia Cristiana trae curación a las mentes y cuerpos humanos por medio de la oración. Un toque de la Verdad, vislumbrada por medio de la oración, consuela, restaura, renueva y revivifica todo el sistema. Por medio de una confianza radical en el método curativo y educativo de la Ciencia Cristiana, continuamos en el camino que Jesús inició y mostró a los hombres, el camino que nos lleva de la creencia mortal a la consciencia de la inmortalidad y vida eterna.

La Ciencia Cristiana está ayudando a la humanidad a que comprenda plenamente la perfección del hombre. En la medida en que comprenda la verdad del ser, en que comprenda que el hombre es espiritual e inmortal, no material y mortal, hospedaremos al Consolador y experimentaremos y atestiguaremos una liberación correlativa de las miserias de la mortalidad. Nada puede separar al hombre de la Verdad, la Vida, y el Amor infinitos, ni suplantar su derecho a las bendiciones de consuelo y curación del Amor. No tenemos por qué sentirnos abandonados ante el dolor. Podemos decidirnos por aceptar al Consolador.

Por medio del ministerio de la Ciencia Cristiana, la labor del Consolador continúa desarrollándose en la tierra mientras guía y cura a los que buscan refugio espiritual del pecado, la enfermedad y la muerte. Ciencia y Salud declara: “Aparte enteramente de la creencia y del sueño de la existencia material, es la Vida divina, revelando el entendimiento espiritual y la consciencia del dominio que el hombre tiene sobre toda la tierra. Este entendimiento echa fuera el error y sana a los enfermos, y con él podéis hablar ‘como quien tiene autoridad’ ”. Ciencia y Salud, pág. 14.

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