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¿Puede la inflación disminuir nuestra verdadera provisión?

Del número de octubre de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La inflación afecta a la mayoría de la gente justamente en el punto más vulnerable — sus billeteras. La gente no puede estirar su dinero lo suficiente para atender a todas las necesidades de sus familias, y mucho menos para darse de vez en cuando un lujo.

¿Está dentro del plan de Dios darnos menos de lo que es justo, disminuir, reducir o negarnos lo que necesitamos? Por supuesto que no; no está de acuerdo con lo que leemos en la Biblia. Por ejemplo, en Filipenses encontramos esta promesa: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús". Filip. 4:19;

El comprender que la inflación jamás puede disminuir o agotar nuestra verdadera provisión, cuya fuente no son las cosas, los empleos, la moneda, ni las personas, sino Dios, el Espíritu infinito, el Amor divino, abre nuevas vías por las cuales podemos satisfacer nuestras obligaciones y necesidades más adecuada y sabiamente. Y, al mismo tiempo, esta percepción nos capacita para ayudar a otros a romper la influencia que la restricción o la carencia, o cualquier otra creencia de falta de comprensión adecuada pueda tener sobre ellos.

Tal espiritualización de pensamiento nos da una perspectiva completamente nueva de la vida. Nos acerca más a Dios, y percibimos mejor la amplia provisión de Dios para toda Su creación, incluso el hombre, expresada en amor y alegría ilimitados, en paz y seguridad siempre presentes. Como resultado, aun en medio de circunstancias desfavorables, no se nos engañará tan fácilmente haciéndosenos creer que no se nos provee suficientemente de lo que necesitamos. Comenzamos a ver con más claridad que nunca, que el Espíritu infinito es la fuente inagotable que derrama constantemente todo lo que el hombre necesita, ahora y para siempre.

Esto es lo que Cristo Jesús enseñó; le dijo a la gente que ellos tenían, por cierto, un Padre rico, el que satisfaría todas sus necesidades cuando ellos abrieran sus corazones para comprender más la naturaleza verdadera de Dios como Espíritu infinito, la fuente innegable de todo bien. Sin embargo, esto no quiere decir que debamos ignorar las necesidades humanas auténticas. Por ejemplo, Jesús pagó sus impuestos, pero no limitó su fuente de provisión. El dinero necesario para pagar el impuesto fue hallado en la boca de un pez. El cuadro económico, aparentemente adverso, no lo deprimió ni lo impresionó.

En cierta ocasión Jesús dijo: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” Estaba tratando de despertar el pensamiento de ellos a la comprensión de la verdadera fuente de provisión. Y continuó diciendo: “Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Mat. 6:31–33;

Y lo serán a medida que busquemos a Dios primeramente, a medida que percibamos que el Espíritu infinito es la fuente de toda substancia verdadera, que nunca se deteriora, cambia su valor o desaparece, y a medida que reconozcamos que es la fuente inagotable de infalible dirección, de amor y afecto genuinos, de seguridad permanente y de incesante utilidad. Este punto de vista de la provisión es independiente del aumento de precios, crédito escaso, e inclusive imprudentes medidas económicas, porque el Amor divino es la fuente inagotable del verdadero ser y existencia del hombre, independiente de ciclos económicos.

A medida que vislumbramos este hecho y oramos persistentemente para comprender que ese hombre, como él es en realidad, es el verdadero ser de cada uno de nosotros, obtendremos un concepto más valioso de provisión en todo sentido, sea que estemos pasando por un período inflacionario o de recesión económica. El confiar más en el magnánimo y abundante amor que Dios tiene por todos nosotros, dispone nuestro pensamiento a una aceptación más abundante del bien. Esta disposición nos capacita a ser más receptivos a las ideas conferidas por Dios, que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades y obligaciones diarias. Tales son las enseñanzas de la Ciencia Cristiana Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens..

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “Dios os da Sus ideas espirituales, y a su vez, ellas os dan vuestra provisión diaria. Nunca pidáis para el mañana: es suficiente que el Amor divino es una ayuda siempre presente; y si esperáis, nunca dudando, tendréis todo lo que necesitéis a cada momento”. Y continúa diciendo: “¡Qué herencia más gloriosa se nos da por medio de la comprensión del Amor omnipresente! Más no podemos pedir: no deseamos más; más no podemos tener”. Miscellaneous Writings, pág. 307. He comprobado esto en muchas oportunidades, en mi familia, compuesta de cinco personas, como también lo han comprobado muchas otras personas que conozco.

Un joven matrimonio, de mi intimidad, se encontró en cierta ocasión con la despensa casi vacía, lo cual los alarmó pues apenas tenían dinero para comprar comida para sus hijos que estaban en la edad de crecimiento. El hombre trabajaba por su cuenta, y sus entradas no eran lo suficiente para enfrentar todos los gastos. Ambos esposos habían estado orando de la manera en que mencioné anteriormente. Comenzaron a despertar a la realidad espiritual de que el Amor divino, la fuente de todo lo que realmente necesitaban, era verdaderamente una ayuda siempre presente en su vida, allí mismo, en el momento mismo en que parecía que ni las necesidades más indispensables podrían ser satisfechas.

Comenzaron a orar para ser más receptivos a las intuiciones espirituales, que ellos sabían les darían las provisiones diarias en forma humana y tangible. Se iba a dar ese día una conferencia sobre Ciencia Cristiana a 80 kilómetros de donde vivían. Como resultado de su oración pensaron que deberían ir. Allí se les presentaba una oportunidad de dar lo que pudieran. Por ejemplo, podrían orar por la conferencia y por la iluminación espiritual de la comunidad donde se daría. Eso no requería dinero. Y podrían apoyar físicamente la conferencia con su presencia.

Luego de considerar devotamente si ese sería realmente el uso más sabio de sus magros recursos llenaron el tanque del auto con gasolina y ofrecieron llevar a algunos amigos a la conferencia. Literalmente llevaron lo que tenían y lo compartieron con otros.

La conferencia fue muy inspiradora. Mientras la escuchaban, el marido vio muy claramente que la carencia — lo opuesto de la abundancia del Padre — no formaba parte de la creación de Dios. Y así se sintió verdaderamente en paz respecto a la situación económica de su familia. Muy pronto sus necesidades comenzaron a ser satisfechas de la manera más adecuada. A veces los convidaban a comer afuera; la esposa aprendió a utilizar hábilmente lo que tenía en la cocina; y al marido le pidieron que ayudara a algunas personas desconocidas. Sus servicios le eran pagados al contado, permitiéndoles seguir adelante mientras se recobraba su trabajo.

Ése fue el final de esa clase de experiencia de falta de recursos que se les presentó. Vieron que no hay situación económica que pueda disminuir su verdadera provisión. Desde entonces siempre han tenido lo que han necesitado y más que eso, a menudo recibiéndolo de maneras pocos comunes y muy agradables. Para ellos, esto fue una experiencia religiosa. Sintieron más amor hacia Dios y el hombre, y comenzaron a contemplar la vida de forma diferente, teniendo un mayor deseo de ayudar a otros.

A medida que abrimos nuestro pensamiento a todo el bien que Dios tiene para todos Sus hijos, se nos presentan infinitas maneras de hacer rendir humanamente lo que tenemos a mano, y proveernos de lo que nosotros y nuestros seres queridos necesitamos. Quizás aprendemos a usar más sabiamente el dinero y los recursos que tenemos. Tal vez aprendemos a no dejarnos llevar por la obstinación y el derroche al hacer nuestras compras. Podemos quizás desarrollar nuevos talentos y habilidades que originen nuevas actividades mediante las cuales podamos bendecir a otros.

Pero lo más importante es que adquirimos una mejor comprensión de la fuente de nuestra verdadera provisión. A medida que comprendemos esto y nos negamos a limitar la expresión de nuestra generosidad, de nuestro talento e ingenio derivados de Dios, percibiremos mejor el amor que Dios tiene para toda la humanidad. Tenemos enormes oportunidades — cualquiera que sea nuestra situación económica — para ayudar a otros. Y hacemos a un lado el temor de que la inflación o cualquier otra circunstancia económica adversa pueda disminuir nuestra verdadera provisión.

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