La inflación afecta a la mayoría de la gente justamente en el punto más vulnerable — sus billeteras. La gente no puede estirar su dinero lo suficiente para atender a todas las necesidades de sus familias, y mucho menos para darse de vez en cuando un lujo.
¿Está dentro del plan de Dios darnos menos de lo que es justo, disminuir, reducir o negarnos lo que necesitamos? Por supuesto que no; no está de acuerdo con lo que leemos en la Biblia. Por ejemplo, en Filipenses encontramos esta promesa: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús". Filip. 4:19;
El comprender que la inflación jamás puede disminuir o agotar nuestra verdadera provisión, cuya fuente no son las cosas, los empleos, la moneda, ni las personas, sino Dios, el Espíritu infinito, el Amor divino, abre nuevas vías por las cuales podemos satisfacer nuestras obligaciones y necesidades más adecuada y sabiamente. Y, al mismo tiempo, esta percepción nos capacita para ayudar a otros a romper la influencia que la restricción o la carencia, o cualquier otra creencia de falta de comprensión adecuada pueda tener sobre ellos.
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