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El poder sanador del Espíritu

Del número de febrero de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En física aprendemos que las características de una substancia material dada, están determinadas por las fuerzas que constituyen esa substancia. Un objeto material no es lo que parece ser, sino que, desde el punto de vista científico, en su mayor parte, es espacio vacío. Lo que hace que aparezca así, es la energía que forma los átomos de esta substancia en particular. Desde el punto de vista de la investigación física, no sabemos qué es esta energía, ni de dónde viene. Simplemente observamos que está allí, y podemos sacar suficientes conclusiones de nuestras observaciones, que nos permiten construir plantas de energía atómica y enviar naves espaciales a un punto determinado de la luna.

Eliú, hablando a Job, dijo: “Espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda”. Job 32:8; De que exista alguna conexión entre el espíritu que está en el hombre manifestándose en fe religiosa, y la energía, es algo que la mayor parte de los científicos de ciencias naturales negarían o considerarían meramente especulativo. Y el mundo de la ciencia física generalmente prefiere abstenerse de considerar la posibilidad de que las curaciones efectuadas por Cristo Jesús puedan haber sido el resultado de su comprensión supremamente científica de ambos, el Espíritu y la materia.

Aceptando por un momento que el poder que restauró una mano seca, y que llamó a Lázaro fuera de la tumba era natural, ¿no deberíamos considerar a Jesús como un verdadero Científico natural? Su Ciencia, la Ciencia de Cristo, la Verdad, era la Ciencia de todas las fuerzas del ser real. La Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. que conocemos hoy es la Ciencia que Jesús vivió y enseñó.

Las demostraciones de Jesús del poder del Espíritu en lo que parecen ser circunstancias y condiciones materiales, incitaron tanto a la gente de su tiempo, que trataron de deshacerse de él. Pero como el Espíritu es el único poder, la crucifixión tuvo como resultado la resurrección y la ascensión. Estos acontecimientos liberaron en la consciencia humana colectiva la fuerza del Cristo, la Verdad eterna del Espíritu, y esta fuerza liberada cambió la historia del mundo.

Mary Baker Eddy descubrió la Ciencia Cristiana y reveló sus verdades para que todos pudieran entenderlas. Lo que ella descubrió es que no hay en realidad dos mundos, el material y el espiritual, sino uno: el espiritual. Dios es Espíritu, Mente infinita; y el hombre es espiritual, la idea de la Mente. El universo no es materia sino idea, o la manifestación del Espíritu. No existe energía aparte del Espíritu o Mente, ni acción excepto aquella que es espiritual o divinamente mental. Lo que pensamos que vemos como substancia material es la expresión de un falso sentido de energía. Desde el punto de vista de la Ciencia Cristiana, la energía real no es material. Es la Mente expresándose a sí misma. Y sólo hay una Mente. La curación resulta de la comprensión de esta verdad, y esta curación demuestra la verdadera naturaleza de la energía.

Un choque de estrellas o una enfermedad física sugieren que la inteligencia está en la energía material. Desde el punto de vista de la física, un malestar físico sería tratado compensando biológica o químicamente lo que la así llamada energía natural produjo en exceso o en defecto, o bien reparando o extirpando lo que produjo el malestar por medio de una operación. Desde el punto de vista de la Ciencia Cristiana el caso ha de ser tratado rechazando la sugestión de que hay inteligencia en la energía material, con la verdad de que la inteligencia es Mente.

El Espíritu, Mente, es el único poder, y toda substancia está en la inteligencia divina y proviene de ella. Los objetos en el universo material son fenómenos mentales. Lo que aparece en nuestro universo o en nuestra experiencia física es lo que la mente humana acepta como real. Cuando reconocemos al Espíritu como la única fuerza motivadora, nuestra creencia en una mente carente de inteligencia o en energía descontrolada, cede a la comprensión de la inteligencia divina. Condiciones u objetos anormales formados por las fuerzas de la llamada inteligencia en la materia desaparecen. Se prueba que son ilusiones. La enfermedad se sana.

El poder sanador del Espíritu no está separado de la energía que forma la substancia del universo verdadero. Pero cuando miramos el átomo, o la materia en cualquier forma, e insistimos en que estamos observando el universo, nos apartamos de la verdad.

Esta creencia de que la substancia y la energía están en la materia y que la inteligencia es materia expresándose a sí misma, es el error o pecado básico de la existencia mortal. Y es de este error de donde parece surgir nuestra supuesta separación del Espíritu. Pero al reconocer la verdad que el Espíritu es la única Mente, la única substancia o inteligencia, vencemos el error y también superamos sus efectos.

Cualquiera que sea la enfermedad, puede ser sanada a través de nuestra comprensión de la totalidad del Espíritu y la nada de la materia. Puesto que el Espíritu es la única Mente y el único poder, la materia no tiene ni inteligencia ni poder. Comprendiendo esto, podemos ver que aun la ilusión de desorden físico — átomos fuera de control — cede a la energía divinamente inteligente que es el Espíritu, Dios, el bien.

La Sra. Eddy dice: “La acción atómica es Mente, no materia. No es ni la energía de la materia, el resultado de organización, ni el producto de la vida infundida en la materia; es Espíritu infinito, Verdad, Vida, desafiador del error o materia”.Miscellaneous Writings, pág. 190; Y en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, ella nos alienta: “Sintamos la energía divina del Espíritu, llevándonos a renovación de vida, sin reconocer ningún poder mortal o material como capaz de destruir cosa alguna. Regocijémonos de que somos sometidos a las divinas ‘potestades... que hay’ ”.Ciencia y Salud, pág. 249.

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