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" 'El varón y la hembra' de la creación de Dios"

Del número de febrero de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En el primer capítulo del Génesis leemos: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen... varón y hembra los creó”. Gén. 1:26, 27; La Ciencia Cristiana nos dice en las palabras de Mary Baker Eddy: “Dejad que aparezcan ‘el varón y la hembra’ de la creación de Dios”. La Sra. Eddy hace esta declaración que antecede en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “Aceptemos la Ciencia, abandonemos todas las teorías basadas en el testimonio de los sentidos, renunciemos a los modelos imperfectos e ideales ilusivos, tengamos una sola Mente, un solo Dios, y éste perfecto, produciendo Sus propios modelos de excelencia”.Ciencia y Salud, pág. 249;

La cita de la Sra. Eddy: “Dejad que aparezcan ‘el varón y la hembra’ de la creación de Dios” no se logra con peticiones vanas, castillos en el aire o la voluntad humana. Requiere que cedamos activamente a las exigencias de Dios. Exige de la persona, buena disposición y vigilancia, obediencia, humildad y amor.

A fin de que “aparezcan ‘el varón y la hembra’ de la creación de Dios” en nosotros mismos, se requiere luchas poderosas consigo mismo, una regeneración espiritual y profunda que repudie la identidad material y reconozca al hombre a la semejanza de Dios, como la expresión individual de Su entidad completa.

El Principio divino creador, es decir, Dios, es el Padre-Madre de Su propia creación. No existe línea divisoria entre Padre y Madre, como tampoco fricción, ni separación. En unidad indisoluble, el Padre-Madre infinito incluye al Hijo o idea espiritual, puesto que sin el Hijo no habría Padre ni Madre. La individualidad infinita, o la totalidad de Dios, está reflejada por medio de la creación en la perfección del hombre espiritual individual.

Lo que científicamente es verdad, es demostrable en la experiencia humana, y sólo requiere una mayor comprensión de Dios a fin de que sea manifestado. En una entrevista con un periodista, descrita en su obra The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, ver págs. 346–347), la Sra. Eddy se refiere a Cristo Jesús y a la Ciencia Cristiana como los dos testigos que revelan la paternidad y maternidad de Dios.

La idea espiritual incorpórea, o Cristo, primeramente apareció a la humanidad en su totalidad, como el hombre Jesús, quien demostró que Dios es el Padre de todos. La segunda aparición del Cristo es el Consolador prometido, que ha venido a toda la humanidad en cumplimiento de la profecía, revelando la maternidad de Dios. Nada sino esta revelación del Amor infinito, este Cristo vivo, la Verdad, puede satisfacer las aspiraciones y anhelos humanos, y emancipar la raza.

La Sra. Eddy reconoció la revelación como el Cristo incorpóreo. Ella sabía que no era ella la que originaba la revelación. Escribió el libro de texto como alguien que lo hacía bajo órdenes celestiales, quien permanecerá para la eternidad como la amada y honrada Descubridora, Fundadora, y Guía de la Ciencia Cristiana. Esta segunda aparición del Cristo tenía que surgir por medio de una mujer, puesto que trae a luz la idea espiritual de la mujer que completa la revelación de Dios como Padre-Madre.

“ ‘El varón y hembra’ de la creación de Dios” tan sólo presenta la idea de la infinitud del Amor divino. En el segundo capítulo del Génesis, el relato material de la creación, donde se presenta enfáticamente la separación mortal del varón y la hembra, cada uno se siente insatisfecho e incompleto. Esta ilusión de un estado incompleto coopera con el pecado.

La Ciencia Cristiana nos capacita para demostrar que, de la amplitud de Su integridad, el Padre-Madre nos proporciona aquí y ahora todas las características distintivas del hombre y la mujer. Para el hombre de negocios que carece de confianza en sí mismo, esta verdad significa confianza. Para la mujer que se encuentra esclavizada por la timidez y el retraimiento, significa libertad y gozo de expresarse a sí misma. Para el que se halla abrumado por un sentido de fracaso, significa nuevas oportunidades, dominio y éxito. Asegura a cada persona la demostración individual de perfección que lo encuentra todo en Dios, el bien. No existe tarea demasiado difícil, ni necesidad demasiado grande, ni problema demasiado severo, ni enfermedad demasiado larga, ni pena demasiado profunda que la integridad del Amor divino no pueda sanar.

El mundo está observando a los Científicos Cristianos para ver cómo satisface la Ciencia Cristiana la necesidad humana. Nunca anteriormente el mundo ha estado tan consciente de sus propios defectos o flaquezas, ni nunca antes lo horrendo del pecado resaltó con tan abierta desnudez. ¿Qué es lo que está obrando en el pensamiento humano que trae el error a la superficie? La Ciencia divina del Cristo está transformando el pensamiento del mundo.

La inquietud de la humanidad, su profundo descontento con el pasado — su rebeldía contra los convencionalismos, su intento de escape por medio de las drogas, su exagerada indulgencia en lo que concierne al sexo, junto con los prejuicios raciales, las injusticias civiles y políticas y conflictos del mundo — son las agonías incipientes que indican que el nuevo nacimiento del Espíritu está convulsionando y transformando al mundo. Y la esencia misma de esta transformación, — ciertamente su impulso mismo — es el Cristo revelado en la Ciencia Cristiana. El nuevo nacimiento del Espíritu está trayendo a luz “ ‘el varón y la hembra’ de la creación de Dios”, y la mente mortal está diciendo “que no aparezca”.

El profeta Ezequiel proclamó el veredicto de Dios: “A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho, y yo se lo entregaré”. Ezeq. 21:27; En esta ruina final todos pueden encontrar refugio en el lugar secreto del Altísimo mediante el aprendizaje correcto de lo que es Dios. Por medio de un estudio profundo y consagrado de la Biblia juntamente con las obras de la Sra. Eddy, y por la obediencia diaria a la ley de Dios, nos investimos de la Mente de Cristo. Lo superficial no nos sostendrá en las tribulaciones. El Científico Cristiano debe espiritualizar su pensamiento a fin de que pueda reprender el pecado y la enfermedad en sí mismo, y, por consiguiente, hablar al error con la autoridad del Cristo.

Mientras el pensamiento humano se siga ocupando sobre el tema del sexo y el pacto matrimonial sea tan a menudo ignorado, el error del materialismo y la desobediencia a la ley parecerán desenfrenarse. La necesidad actual es estar alerta, tener un despertar tal como nunca hemos tenido antes. “En estos tiempos la mente mortal trabaja silenciosamente, de la manera menos comprendida, en beneficio tanto del bien como del mal; de ahí que sea necesario mantenerse vigilante, en vista del peligro de ceder ante la tentación por causas que no existían en períodos anteriores de la historia humana”.Miscellaneous Writings, pág. 12; Con estas palabras la Sra. Eddy advierte urgentemente a la humanidad. El Científico Cristiano sabe que su defensa es la Mente pura, y que nada menos puede defenderlo. La Mente pura está presente y disponible para todo hombre, mujer y niño en todo instante, porque la Mente pura es Dios, el bien triunfante, siempre presente, que se rige por sí mismo y que el hombre refleja.

La desobediencia a la ley que se afirma en el crimen, el abandono de la autodisciplina, el desprecio por el pacto matrimonial y la búsqueda de un escape por medio del uso de drogas, se describe simbólicamente en el libro del Apocalipsis como la mujer llamada “Babilonia”, la personificación mítica de la lujuria. Ver Apoc., Caps. 17, 18; La Ciencia Cristiana expone este falso estado mental y su consiguiente ruina. Este sentido equivocado es el antípoda de la Ciencia divina.

La Sra. Eddy hizo hincapié en la exigencia a sus seguidores de obedecer la ley. Insistió en la adopción legal y el matrimonio legal. En Retrospección e Introspección, nos dice: “Estad en guardia vosotros mismos contra la sugestión sutilmente escondida, de que el Hijo del hombre será glorificado o la humanidad beneficiada, por cualquier desviación del orden prescrito por la gracia suprema”.Ret., pág. 85;

Los Diez Mandamientos nunca perderán su actualidad, ni pueden ser suprimidos, porque no son instrumentos humanos, confeccionados por el hombre, sino que son una pronunciación divina de la ley espiritual básica. Los mandamientos no son reemplazados por las Bienaventuranzas, sino que encuentran su realización en las Bienaventuranzas. Sin los mandamientos, no hay Bienaventuranzas.

El ministerio íntegro del Maestro fue demostrar el amor a Dios y al hombre. Pero ¿qué es lo que él dijo sobre estas cosas? Recorriendo toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, predicando el evangelio del reino, y sanando toda clase de enfermedades — en tal magnitud que las multitudes se amontonaban alrededor de él — dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Y agregó: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos”. Mateo 5:17, 18, 20.

La lucha de la sociedad hoy en día, es la búsqueda desenfrenada del mundo por alcanzar la perfección, por sentirse completo, lo cual sólo puede lograrse espiritualmente. Se está experimentando un gran despertar moral, un despertar que finalmente traerá paz, seguridad y satisfacción permanente para toda la humanidad. Este despertar tiene su base en los Diez Mandamientos y su realización en la gloria de las Bienaventuranzas que representan respectivamente la fortaleza del Principio y la ternura del Amor, “ ‘el varón y la hembra’ de la creación de Dios”. Sin el uno no puede existir el otro. El Decálogo junto con el Sermón del monte constituyen un código moral otorgado por Dios que nunca puede ser abandonado o relegado al pasado.

He aquí el llamado de trompeta de la sabiduría para que “aceptemos la Ciencia, abandonemos todas las teorías basadas en el testimonio de los sentidos, renunciemos a los modelos imperfectos e ideales ilusivos”. Entonces “tengamos un solo Dios ... produciendo Sus propios modelos de excelencia”. “ ‘El varón y la hembra’ de la creación de Dios” aparecerán prácticamente en nuestra vida diaria en la proporción en que crezcamos en entendimiento espiritual, que dejemos a un lado las falsas creencias corpóreas y demostremos el eterno e intacto estado completo de Dios y del hombre.

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