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Nuestra continua relación y deber con la Pastora Emérita

Del número de febrero de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea), Mary Baker Eddy escribe: “Los individuos, como las naciones, se unen armoniosamente sobre la base de la justicia, y esto se logra cuando se pierde el yo en el Amor — o sea, el propio plan de Dios de salvación. ‘Hacer justicia, y amar la misericordia, y andar humildemente’ es la norma de la Ciencia Cristiana. La ley humana es justa sólo en la proporción en que siga el modelo de la divina. La consolación y la paz están basadas en el sentido iluminado del gobierno de Dios”.Miscellany, pág. 283;

“El propio plan de Dios de salvación” para la humanidad se está desarrollando constantemente. “Dios está desarrollando Su propósito ahora”,Christian Science Hymnal, No. 82; como un himno lo describe muy acertadamente. Y el plan divino para la salvación de la humanidad y el desarrollo ordenado del progreso humano se traza en el Manual de La Iglesia Madre por la Sra. Eddy. Este progreso empieza con el individuo — con usted y conmigo — y de ahí avanza para abrazar a nuestro movimiento, nuestra nación, el mundo. La Sra. Eddy escribió el Manual de la Iglesia obedeciendo la dirección de Dios. Ella se dio cuenta de que, para ser justa, la ley humana tiene que seguir el modelo de la divina. Cada uno de los Estatutos y las Reglas del Manual fue escrito para nuestra protección y dirección. Expresan, para todos los tiempos por venir, el amor de nuestra Guía por la Causa de la Ciencia Cristiana y su infatigable devoción a ella, un amor y devoción que abrazan a todos los que se adhieren a sus enseñanzas.

Para que el propósito dispuesto por Dios para el Manual de la Iglesia pueda ser demostrado totalmente en el gobierno de nuestra Iglesia y en la experiencia individual de los Científicos Cristianos, todo miembro de La Iglesia Madre debe reconocer su importancia. Podemos beneficiarnos de las Reglas y Estatutos de nuestro Manual sólo en la medida en que los comprendamos y los obedezcamos, y esta obediencia es imposible sin una comprensión de su autora, la Sra. Eddy, que fue guiada por Dios.

Hay un articulo importante en nuestro Manual titulado “Relación y deberes de los miembros con la Pastora Emérita” (Art. XXII). ¿Quiénes son los miembros a los que se refiere? Pues, usted y yo. La Pastora Emérita es, por supuesto, nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy. Como miembros de La Iglesia Madre, nosotros somos sus seguidores. Y podemos serlo sólo si la reconocemos como nuestra Guía y luego demostramos nuestro amor por ella obedeciendo de una manera activa y esclarecida los Estatutos del Manual, cumpliendo así con nuestro deber con Dios, con nuestra Guía, y con la Iglesia que ella fundó. Las relaciones de los miembros de La Iglesia Madre con su Pastora Emérita se caracterizan por la obediencia y el amor. El plan de Dios para el Manual fue revelado a la Sra. Eddy gradualmente, y en este proceso ella tuvo que llevar “cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. 2 Cor. 10:5; Como nosotros amamos a nuestra Guía, que fue inspirada por Dios, nosotros obedecemos sin titubear estas Reglas y Estatutos. Así expresamos activamente el deseo que sentimos de dejar que nuestra Guía nos guíe.

Los Estatutos del artículo ya mencionado, estipulan las condiciones bajo las cuales los estudiantes tendrán la oportunidad de servir a su Guía. Sin embargo, a veces oímos el argumento de que estos Estatutos ya no pueden aplicarse a los estudiantes de la Ciencia Cristiana actuales o futuros. Pero, ¿es éste el caso en realidad? La Sra. Eddy escribe: “A pesar de la sacrílega polilla del tiempo, la eternidad espera nuestro Manual de la Iglesia, el cual mantendrá su posición como en el pasado, en medio de agresivos y activos ministerios, y permanecerá cuando estos hayan pasado a descansar”.Miscellany, pág. 230; Y en el próximo párrafo ella añade: “De esto estoy segura, de que cada Regla y Estatuto en este Manual aumentará la espiritualidad de aquel que lo obedece, fortificará su capacidad para sanar al enfermo, consolar al que llora, y despertar al pecador”.

Un Científico Cristiano que vino a trabajar a la sede del movimiento de la Ciencia Cristiana en Boston deploró que a él ya no le sería posible ser llamado a servir en la casa de nuestra Guía bajo su supervisión y dirección personal. Sin embargo, a medida que continuó orando para comprender mejor las provisiones del Manual, le vino el pensamiento de que hoy en día la casa de la Sra. Eddy comprende La Iglesia Madre y sus filiales, y el llamado para servir a nuestra Guía puede venir de diferentes maneras.

¿Qué esperaba la Sra. Eddy de los que trabajaban en su casa? Era muy obvio que esperaba una respuesta pronta y obediente a su llamado. Ella esperaba que aquellos que ella llamaba a servir en su casa tomaran una decisión rápida, que vinieran dentro de diez días, y que sirvieran por tres años consecutivos (ver el Art. XXII, Sec. 11). Podríamos preguntarnos, ¿estaría yo preparado y dispuesto a servir a mi Guía de esta manera si se me hiciera un llamado tal hoy mismo? Este llamado podría venir a nosotros sólo si tuviéramos las cualidades espirituales que la Sra. Eddy esperaba que sus trabajadores tuvieran, así también como las habilidades humanas necesarias.

La Sra. Eddy pone énfasis en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras sobre la necesidad de obtener una estimación correcta del mensajero de Dios. Ella escribe: “El gran milagro para el sentido humano es el Amor divino, y la gran necesidad de la existencia es obtener la verdadera idea de lo que constituye el reino de los cielos en el hombre. Esta meta jamás se alcanzará mientras odiemos a nuestro prójimo o abriguemos una opinión errónea de alguien a quien Dios haya designado para proclamar Su Palabra. Además, sin un concepto correcto de su idea visible más elevada, nunca podremos comprender el Principio divino”.Ciencia y Salud, pág. 560;

Al trabajar por la Iglesia que nuestra Guía estableció, al seguirla a ella como ella seguía al Cristo, es de suma importancia que comprendamos el lugar de ella en la profecía, su labor como la autora de nuestro libro de texto y como intérprete de las Escrituras, su lugar como Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, y nuestra relación y deber con ella como Pastora Emérita por ser miembros de La Iglesia Madre. Sin esta comprensión no podríamos estar en la posición de llevar el mensaje correctamente a nuestra época y presentar las verdades a aquellos que todavía no aprecian la gran labor que ella hizo por la humanidad. Debemos cuidarnos de no considerar las Reglas y Estatutos del Manual como algo anticuado ni de impacientarnos con ellos como si fueran restricciones. No son restricciones de ningún modo, son pautas que necesitamos para mantenernos en el camino angosto y recto de la Verdad y el Amor.

Cada provisión del Manual es una provisión de amor, protección y guía. Estemos alerta para silenciar los argumentos, las sugestiones y las creencias de la mente mortal que en nuestra época tratarían de ahogar la idea espiritual con un diluvio de odio o de obstinación estorbando así la labor de difundir aún más las enseñanzas de la Ciencia Cristiana usando los canales provistos por el Manual. No importa en qué capacidad estemos sirviendo al movimiento, debemos darnos cuenta de que el magnetismo animal no puede hacernos desobedecer el Manual, y que la Mente divina, la Mente “que hubo también en Cristo Jesús”, Filip. 2:5; nos inspira, guía y protege en nuestra labor.

Cristo Jesús dijo una vez: “De cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Mateo 5:18.

El Manual de la Iglesia representa la revelación de la ley eterna del bien de Dios como se aplica a la humanidad. Nuestra labor como miembros de La Iglesia Madre es vivir nuestra gratitud por nuestra Guía y Pastora Emérita estimando apropiadamente el significado de cada provisión del Manual para nuestro propio crecimiento espiritual. Entonces toda la humanidad aprenderá a estimar el valor y la labor de la querida Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, y responderá a la misión sanadora de La Iglesia Madre.

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